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Isidro-Navarro-Paya-UPVIsidro Navarro Paya es ingeniero agrónomo con un máster en Ciencias por la UPV. Cooperante con más de dos décadas de experiencia profesional, ha trabajo por medio mundo: Sudamérica, África, Asia y Oriente Medio. Confiesa que en su  sector hay que tener mucha vocación de servicio a los demás a través del cual acabas por entender mejor cómo funciona el mundo y qué es lo que realmente pasa.

¿Cuál fue tu primera experiencia internacional? ¿Qué te aportó?

Mi primera experiencia internacional fue bastante tarde. Cuando estaba en sexto de Agrónomos me fui a Grecia con una beca Erasmus. Fue la primera vez que estaba en el extranjero y que tenía que hablar inglés. La verdad es que fue difícil al principio aunque yo pensé que tenía que hacerlo ya que mi nivel de inglés era bajo y necesitaba mejorarlo.

¿Cómo surge la oportunidad de trabajar en el Congo?

Siempre me había interesado la cooperación internacional. Al terminar la carrera trabajé de comercial en una empresa de agro-químicos pero un día conseguí un listado de ONGs y les envié mi Curriculum Vitae.

El 99% de la ONGs me dijeron que no tenían ninguna vacante. Solamente la ONG Madreselva me respondió diciendo que estaban interesados en un agrónomo para trabajar como voluntario en su proyecto en el Congo.

Los voluntarios teníamos que pagarnos el viaje y la estancia. La ONG solo nos daba alojamiento y comida pero cualquier otro gasto tenía que ser cubierto por el voluntario. Yo me compré el billete de avión y me fui. Conmigo también vino otra agrónoma y los dos estuvimos casi un año trabajando en el Congo. En aquel tiempo no había muchos másteres de cooperación por lo que la mejor forma de empezar en este sector es a través de la experiencia.

Hoy en día si tuviese que empezar otra vez creo que sería más lógico apuntarme a un máster y de ahí saltar al mercado de trabajo.

¿Cuál ha sido tu trayectoria desde entonces?

Cuando terminé el voluntariado en el Congo volví a España y estuve trabajando en un proyecto medio-ambiental alrededor de un año hasta que tuve una entrevista de trabajo para irme de cooperante a Camboya con la ONG Acción Contra el Hambre. Esta fue mi oportunidad de oro ya que era la primera vez que me iba a trabajar en el sector humanitario de forma remunerada. Me fui con un contrato de 6 meses a trabajar en un proyecto de ayuda a población refugiada que  había vuelto a Camboya después de muchos años viviendo como refugiados en Tailandia.

Al terminar el proyecto en Camboya me ofrecieron otro en la República Democrática del Congo y desde entonces no he parado de trabajar en el sector humanitario en distintos países y organizaciones.
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¿Qué te impulsó a enfocar tu carrera a la ayuda humanitaria? ¿Se necesitan más titulados técnicos para llevar a cabo los proyectos?

Me gusta mucho trabajar en este sector. Lo veo muy interesante a nivel técnico y a nivel social e humano. Para mí este trabajo es como ser médico, profesor, asistente social, etc. Son trabajos en los que te tiene que agradar ayudar a los demás para que te satisfagan.

En España se tiene una visión algo idealizada del cooperante y se le sobre-estima pensando que el cooperante tiene una vida muy dura. La verdad es que no es para tanto. El nivel de vida del cooperante no está mal. El principal problema es los cambios frecuentes de residencia (y de país) así como el vivir a veces en países donde las condiciones de seguridad o el acceso a servicios médicos son muy pobres. Si eres soltero entonces no hay problema pero si tienes familia no es fácil el encontrar trabajos en este sector donde se pueda también traer a la familia.

Normalmente en este sector siempre hay demanda de profesionales aunque no es fácil conseguir el primer trabajo. Para una organización humanitaria contratar a un cooperante es una inversión, no solo por el contrato sino también por la formación que se da, el seguro, el billete de avión, etc. Hay cooperantes que en su primer contrato no se adaptan y terminan yéndose al poco tiempo o les sienta muy mal el calor, la comida, se ponen enfermos de malaria, etc.

Es por eso que las ONGs suelen preferir personas con experiencia que den más garantías de que las cosas van a ir bien.

¿Nos puedes contar en qué consiste el proyecto en el que estás sumergido en estos momentos?

Es un proyecto de seguridad alimentaria que tiene como objetivo el mejorar el acceso, disponibilidad y la utilización de los alimentos a familias pobres en comunidades vulnerables a los desastres naturales.
El proyecto está financiado por el Banco Asiático para el Desarrollo y tiene un presupuesto de más de cuatro millones de euros. Las actividades del proyecto se centran en:

  • Capacitaciones de comunidades en saneamiento, higiene y nutrición,
  • promoción de la producción de alimentos a pequeña escala como la cría de ganado, acuacultura y huertos caseros,
  • promoción de sistemas integrados de producción agrícola y
  • formación, capacitación y registro de cooperativas agrícolas.

El proyecto se ejecuta en 10 provincias de Camboya y participan unas 50,000 familias campesinas vulnerables.

¿Qué aptitudes se requieren, además de las técnicas, para desarrollar este tipo de trabajo?

No es fácil trabajar con gente de otras culturas, especialmente con algunas tan diferentes como las asiáticas. Los problemas de comunicación y las confusiones son muy frecuentes. Además tienes que trabajar con gente que tiene unas condiciones de vida muy difíciles y que ha sufrido mucho traumas y desgracias en el pasado.

Es por eso que, en este sector es importante tener mucha capacidad de comunicación, ser flexible y tener empatía hacia los demás. Aparte de eso creo que también es importante el tener una enorme capacidad de afrontar y resolver problemas. No puedes ser una persona que abandona fácilmente al primer reto que te surja, sino que tienes que ser muy constante y estar muy determinado a lograr tus objetivos.

En tus más de dos décadas de experiencia has trabajado en Sudamérica, África, Asía y Oriente Medio. Esta diversidad ¿qué te ha aportado como profesional y persona?

Creo que este es un sector en el que con los años se crece en lo profesional y en lo humano. Las ONGs son bastante profesionales y están bien organizadas. No es raro que durante el trabajo tengas acceso a cursos de capacitación, que tengas evaluaciones de como desarrollas tu trabajo, planes de mejora, etc.

También trabajas en ambientes muy internacionales con colegas de todas las partes del mundo lo cual enriquece mucho y hace que seas más tolerante y abierto.

¿Nos puedes comentar cómo es el día a día de enfrentarte a realidades tan complicadas y extremas?

Bueno aquí en Camboya las realidades son complicadas y normalmente mi mayor reto es ejecutar las actividades de forma coordinada y conseguir que los diferentes actores que participan en el proyecto lo hagan de forma efectiva.

Cuando vine a Camboya por primera vez en el año 2,000 si que había situaciones extremas ya que muchos caminos estaban minados. No era extraño que viajases por una carreta con frecuencia y un día te la encontrases cortada porque habían encontrado minas anti-persona en ella. En otros países como el Congo o la franja de Gaza se viven situaciones más incomodas.

En Congo tuve que pasar una noche escondido en el pasillo de la casa porque afuera estaban los rebeldes atacando la ciudad. Fueron momentos de mucha tensión ya que había muchos tiros y bombas. No se sabía lo que iba a pasar. Unos meses después en una visita a las comunidades del proyecto los rebeldes secuestraron a 5 miembros del equipo y fue una suerte que no me secuestraran a mí.

Normalmente las ONGs tienen buenos sistemas de seguridad para garantizar que sus empleados trabajen en buenas condiciones. Sin embargo a veces pasan cosas como ésta. Hace unos días asesinaron a otro cooperante Británico en Siria que trabajaba para una ONG francesa.

¿Qué es lo que más te ha sorprendido de las diferentes culturas con las que has tenido la oportunidad de convivir?

De las diferentes culturas lo que me sorprende es lo iguales que somos. A pesar de pequeñas diferencias en el color de la piel, el pelo, ciertas costumbres, la comida, etc. En el fondo somos muy parecidos ya que queremos de la vida las mismas cosas.

También me ha sorprendido la visión tergiversada que tenía de los países del tercer mundo y de gente de otras culturas debido a lo que ves por la televisión. Cuando trabajé en Palestina me sorprendió bastante lo desarrollados que son, su alto nivel de educación y su enorme bondad y capacidad de aguante ante las dificultades de la vida. Sin embargo cuando estaba en España tenía la impresión de que los palestinos eran unos salvajes fanáticos que estaban todos los días gritando y disparando.

Trabajando en este sector entiendes más como funciona el mundo y qué es lo que realmente pasa.

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¿Qué consejos te gustaría dar a aquellos que estén pensando emprender una aventura internacional?

Lo primero que les diría es que esto no es una aventura. En este sector te tiene que gustar viajar pero también necesitas tener mucha vocación de servicio a los demás. Como dije antes, tienes que ser una persona que encuentre satisfacción en hacer un trabajo  que beneficia a otros, especialmente a aquellos que más lo necesitan. Este trabajo también tiene muchos retos y frustraciones, sino te gusta mucho lo más normal es que acabes dejándolo.