¿Eres de los que te dejas llevar por la intuición a la hora de tomar decisiones? ¿Crees que tu instinto nunca te falla? ¿Sueles confiar en tus corazonadas? Este artículo está pensando para ti. Tomar decisiones no es sencillo, de hecho, es todo un arte incluso existen distintas metodologías que podemos aplicar para tratar de no equivocarnos. Pero, ¿qué papel juega (y cuál debería jugar) la intuición en el proceso de toma de decisiones?
Lo primero que debemos de dejar claro es el propio concepto de intuición. Podemos definir la intuición como la Habilidad para conocer, comprender o percibir algo de manera clara e inmediata, sin la intervención de la razón.
La psicóloga Frances E. Vaughan, va aún más lejos: “La intuición nos permite recurrir a la enorme provisión de conocimientos de los que no somos conscientes, incluyendo no sólo todo lo que uno ha experimentado o aprendido intencionada o subliminalmente, sino también la reserva infinita del conocimiento universal, en la que se superan los límites del individuo”.
La intuición es todo aquel conocimiento que poseemos, de forma consciente o no, a raíz de nuestras experiencias individuales y colectivas.
La intuición y los negocios
En un mundo complejo y confuso como el actual, se espera que los líderes actúen con rapidez. Queremos ser dirigidos por personas que saben lo que hacen y que no tienen que meditar demasiado para saber qué camino seguir. Tendemos a asociar el liderazgo con la seguridad en la toma de decisiones. La gente confía en la gente resolutiva. Los buenos líderes saben cómo hacer que los demás confíen en su criterio aun cuando ese criterio no tiene una base sólida. Esta percepción del liderazgo puede conducir a los directivos y mandos intermedios a tomar decisiones rápidas por temor a ser vistos como indecisos o poco resolutivos. También debemos de ser conscientes de que algunos líderes logran sus grandes éxitos por atreverse a correr riesgos que otros, aconsejados por la razón y la prudencia, decidieron no asumir.
Lo que resulta evidente es que a la hora de tomar una decisión, rara vez tenemos todos los elementos que necesitamos. Los ejecutivos suelen enfrentar problemas que no están claramente definidos, sin una causa única e inequívoca. Además deben resolverlos en tiempos breves.
En estas circunstancias es inevitable el tener que guiarse en cierta manera por la intuición para tomar decisiones. Además, cuando tenemos que tomar una decisión, nuestro cerebro, lo primero que hace es recolectar todos aquellos recuerdos de situaciones similares. La experiencia que acumulamos a lo largo de nuestra vida es, por tanto, vital a la hora de tomar decisiones. Y no importa lo racionales que intentemos ser, la intuición siempre va a estar presente. Por tanto, un buen líder, debe trabajar su intuición. Porque, sí, la intuición también puede trabajarse.
Mejorando nuestra intuición
En su artículo How to test your decision-making instincts, Andre Campbel y Jo Whitehead, proponen cuatro “pruebas” para evaluar la calidad de nuestros instintos o intuiciones.
- La prueba de familiaridad. ¿Con qué frecuencia hemos pasado por situaciones idénticas o similares? Si algo nos funcionó una vez, probablemente nos vuelva a funcionar pero hay que saber valorar si aquello a lo que nos enfrentamos se asemeja realmente a nuestra anterior experiencia vivida.
- La prueba de la retroalimentación. ¿La decisión que tomamos en el pasado fue realmente la mejor? En el pasado seguro que hemos tomado buenas decisiones, malas decisiones y decisiones regulares. Es importante que a toro pasado analicemos las decisiones que tomamos para evaluarlas y ver si fueron o no acertadas puesto que muchas veces la percepción que tenemos de ellas es muy subjetiva y está sujeta a nuestras circunstancias y emociones.
- La prueba de medir las emociones. ¿Nos están influenciando nuestros sentimientos? Si hemos tenido una mala experiencia con una persona llamada Helena, probablemente no queramos contratar a alguien con ese nombre o ponérselo a nuestra hija.
- La prueba de independencia. ¿Tenemos intereses personales en este tema? Cuando en una decisión existen conflictos de intereses (lo mejor para mí o lo mejor para el grupo) es difícil guiarse por la intuición y es mejor que la razón pase a jugar el papel principal.
Otra forma interesante de valorar nuestras intuiciones es aplicarles la técnica premortem como promueven Daniel Khaneman y Gary Klein. Cuando un proyecto sale mal generalmente se realiza un análisis del por qué ha fracasado. Es decir, se le realiza una especie de autopsia (postmortem). ¿Por qué no hacer este análisis al principio? Es decir, ¿por qué no ponernos en la tesitura de que el proyecto que proponemos ha fracasado y tratar de ver el por qué ha fracasado?
Otros autores como Cooper o Goleman también han estudiado la intuición y cómo mejorarla. A continuación resumimos algunos tips extraídos de sus estudios:
- La importancia del autoconocimiento. Tenemos que aprender a escucharnos a nosotros mismos. Conocer nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Saber distinguir entre nuestros sentimientos y nuestros pensamientos es esencial. Debemos saber identificar claramente nuestras emociones puesto que reconocerlas es el primer paso para aprovecharlas.
- Desarrolla tu inteligencia emocional. Aprender a expresar y administrar nuestros sentimientos es muy importante. Para ello es fundamental recibir un feedback (bueno y malo) constante sobre nuestro desempeño.
- Formule preguntas claras a su intuición. Definir el problema a solucionar es fundamental y así como hacerse las preguntas adecuadas. Si tenemos claras cuáles son nuestras dudas y dejamos trabajar a nuestro subconsciente quizá encontremos respuestas en el momento menos esperado.
- La razón y la intuición no son contrarias, sino complementarias. Es necesario asegurar, en la medida de lo posible, el acierto en nuestras decisiones. Además, mediante el acierto, ganaremos confianza en los procesos intuitivos, acudiremos a ellos con más frecuencia y descifraremos mejor sus señales.
“No se puede ser intuitivo si se empeña uno en llevar razón”