Lo dicen muchos estudios y expertos. Compartir experiencias con los demás ayuda, no solo a que las personas se recuperen mejor de ciertas situaciones complejas, sino a enriquecer de conocimiento a quien escucha.
Esa es la esencia de las sesiones de nuestro Club de Desarrollo Personal y Liderazgo desde su creación, y ayer pudimos ponerlo todavía más en práctica con un formato pregunta-respuesta que hizo fluir, de un modo natural, el encuentro de noviembre con el que descubrimos al autor y protagonista real del libro El murciano que desafió al dragón chino, título que resume a la perfección el viaje personal y profesional de David Hernández, fundador de la empresa vinícola David Wine.
Tras perderlo todo en la crisis de 2008, David Hernández, ahora David Wine, se sumergió en un peregrinaje que él mismo calificó como insoportable: “Vergüenza, miedo, rabia e inseguridad fueron algunos de los sentimientos que me acompañaron durante el primer año tras arruinarme por completo; para recuperarme mentalmente y sentirme bien, pasaron cinco”, contó David “Y entonces, como si de un ejercicio de automotivación se tratase, un día me pregunté qué podía hacer”.
Y fruto de las circunstancias, y sin saber chino, David desembarcó en China.
Tras múltiples pericias propias de una ficción cinematográfica, consiguió descifrar el modus operandi de un país y una sociedad con unos códigos únicos. “Lo importante cuando quieres hacer negocios en otro país es eliminar cualquier prejuicio y adaptarte a sus mandatos y costumbres. Una vez logré comprender su forma de hacer negocios, aposté por cambiar las reglas del juego: construí la estrategia comercial construyendo una sólida e inequivocable marca. Y como para ellos aprender y copiar significan lo mismo, registré mi rostro, algo que sabía que ellos no podrían a llegar a copiar nunca. Y así, cree la marca y las etiquetas para las botellas”, y un negocio cuya empresa tiene tan solo unos años después más de 100 empleados y 1.500 distribuidores en China”.
Según David, no hay lugar a dudas: fue el proceso lo que les ha permitido sobrevivir (solo el 5% de las empresas lo consigue en China) y hacerse con los galardones más prestigiosos del país asiático no fue nada fácil.
Entre otras duras vivencias, David utilizó el suelo de la universidad como cama durante más de ocho meses. Viajaba de ciudad en ciudad con el dinero justo para el billete. Las estaciones de tren y autobús, su aseo.
Su habilidad de conexión con personas, su mejor aliado para encontrar personas que le ayudase en su aventura inicial.
“Analizándolo con perspectiva, todo esto fue lo que realmente me ha dado la fortaleza para llegar hasta aquí y a entender que mi desgracia -la de arruinarse- fue en realidad mi suerte”.
¿Qué otros aprendizajes conocimos sobre el éxito de su marca? Según David, existen varias cuestiones que no pueden escaparse hoy en día:
- Ser capaces de detectar oportunidades en las emociones, transformando la curiosidad en consumo.
- Entender los canales y formas de comunicación de la sociedad.
- Ser constante y mantener una cierta “velocidad” de trabajo.
- Observar siempre lo que ocurre a tu alrededor.
- Tener predisposición para mejorar o cambiar la actitud en tiempos malos o difíciles, que no imposibles.
Y en todo esto, salta una pregunta clave que, según David, toda persona debe hacerse: ¿hasta dónde estoy dispuesto a sacrificarme -que no a sufrir – para alcanzar mis objetivos?
Estas y otras reflexiones fueron objeto de una sesión llena de claves estratégicas y de negocio pero, también de claves de desarrollo personal que podéis ver en este extracto de la entrevista realizada por Blue red a David Wine y, si eres miembro de Blue red o Innova&acción, tienes la entrevista completa en esta sección de la Know Box.