¿Cuál fue tu primera experiencia internacional?
Fue en un congreso sobre feromonas en Dachau, cerca de Munich. Recuerdo que me “lancé” al vacío pretendiendo dar una charla en inglés cuando no tenía ni idea. No en vano fui muy aplaudido, no por el contenido, sino por lo que sude para poder hablar y la pena que les dio dar un jovencito en ese trance. El presidente del congreso Dr. Witzgall me ofreció realizar un post-doc en su laboratorio en Suecia. Ya que no viajábamos nunca, fui con mi mujer y mi primer hijo de sólo seis meses a Dachau. Fue el “preludio” de una vida itinerante por la investigación.
¿Cómo fueron tus inicios en el mundo profesional?
Incluiré en el mundo profesional la investigación universitaria, sino me tendré que jubilar a los 107 años para completar los años necesarios. Empecé el doctorado (simultaneando con tecnología de alimentos y el proyecto de agrónomos, y clases de francés y alemán en la EOI) en el ITQ del Dr. Corma, y como directores de tesis a los profesores Eduardo Primo Yúfera -un sabio en la definición más pura de la palabra- y Jaime Primo Millo -excepcional profesor y persona-. Una suerte, que sin duda me ha ayudado siempre, para empezar a andar, y nunca perder la pasión por la ciencia. El contrato como químico funcionario en el USDA fue simple: un anuncio en la web, envié el c.v. y las recomendaciones por e-mail y me contrataron.
¿Fue difícil tomar la decisión de establecerte en Austria? ¿Qué pros y contras pusiste en la balanza?
No fue muy difícil. Ya tenía la experiencia de EEUU y no tenía más tiempo -con dos hijos- de seguir presentándome a convocatorias de profesor en España. Haber estudiado una ingeniería y una licenciatura (de segundo grado, vamos, “light”), teniendo el doctorado y con dos años de experiencia en los Estados Unidos no era suficiente para continuar en la universidad española. Era más importante el valenciano o los cursillos del CAP.
¿Qué principales diferencias has notado a la hora de trabajar en Austria y en España? ¿Y en cuanto a cultura y costumbres?
Creo que en España el tiempo en el lugar de trabajo es mucho mayor, pero el “trabajo final” es igual o incluso superior en Austria. En la administración abierta al público, no ves colas ni funcionarios desaparecidos, trabajan sin pausa. La gente trabaja mucho más concentrada y “sin perder el tiempo”. Pero eso sí, llega la hora legal de irse a casa y ya se puede caer la empresa o entrar por la puerta el cliente del año que todos desaparecen. El problema de la productividad no es el tiempo, es debido al tipo de empresas y actividades que nos diferencian.
La gente (en mi empresa hay gente de diez nacionalidades distintas) es básicamente igual, sean chinas o austríacos. Hay un fondo humano común, el cual me sorprende que sea tan constante en todas las culturas. En Austria no son tan diferentes. Son, eso sí, mucho más respetuosos, pero la simpatía (y antipatía) es similar. Austria es un país amable, tranquilo. Eso sí, en España la gente sabe comunicarse y divertirse mejor que aquí.
¿Qué puedes contarnos sobre GAT Microencapsulation AG? ¿A qué os dedicáis? ¿Cuál es tu labor?
Es una pequeña empresa creada por otro “exiliado científico” valenciano – mi superior Dr. Gimeno- que decidió crear su empresa en Austria. Se pueden contar con los dedos de las manos los que son capaces de producir a nivel industrial (en el laboratorio es muy fácil) plaguicidas o alimentos microencapsulados, y él es uno de ellos. Es una empresa muy especializada en crear esferas poliméricas de 1-30 µm de diámetro para encapsular plaguicidas, productos farmacéuticos y activos de alimentos funcionales; tanto para proteger de la luz y la oxidación como para controlar la velocidad de emisión o absorción del ingrediente microencapsulado. Puesto que mi formación es una mezcla de agroquímica, alimentación, bioquímica y patentes, encajé como Director de Investigación y Propiedad Intelectual. Cuando llegué, la empresa no tenía ninguna patente, ahora tenemos 10 “familias” de patentes por todo el mundo (unas 90 en total). Las tareas son muy variadas: supervisar todas las líneas de investigación, formulación, análisis químicos, contratos, crear, defender y atacar patentes -junto con nuestro agente Lcdo. Soler-, etc.
¿Es más fácil fuera de España la generación de patentes y la creación de empresas?
La fiscalidad española para los pies a todo empresario que quiera lanzarse a la investigación, no hay ayudas para empezar, pero la generación de patentes es igual de fácil en todas partes. Lo que cambia es el valor que se les atribuye según la mentalidad empresarial. En España hay un analfabetismo absoluto en lo relativo a propiedad intelectual. Curiosamente, la UPV tiene un inusualmente buen Centro de Transferencia de Tecnología: el ITQ es un ejemplo de cómo vivir del dinero que genera la investigación. Las universidades además desperdician joyas de tecnología por el absurdo prejuicio de que un profesor no debe estar en el sector privado. Se debería promover la creación de empresas por parte de investigadores de universidad (como ocurre en Austria y Estados Unidos). Así se enriquece el país, y los alumnos aprenden la realidad con profesores con los pies en el suelo. En Austria, en plena crisis, las bonificaciones por investigación no solo no bajaron, sino que subieron. Es la diferencia entre un país que “va bien” y otro que “va mal”.
¿Qué consejo darías a los jóvenes que ante la falta de empleo en España se están pensando vivir y trabajar en el extranjero?
Que no lo sigan pensando y que salgan. No ya por el mero hecho del trabajo, sino por la experiencia, tanto de idiomas, cultural y medios de trabajo. La única forma de evitar que España tenga una “generación perdida” es que salgan a donde sea.
¿Te gustaría vivir y trabajar en España? ¿Qué condiciones tendrían que darse para que regresases?
Desde hace años la situación en España es de “pánico y pelos de punta”, y no es cuestión de gustos, es cuestión de temeridades. Más importante: no quiero que mis hijos pierdan ahora el beneficio de la educación, la lengua y la cultura austriaca. El bilingüismo es algo que tendrán para siempre y además, salen del colegio con el inglés aprendido. A veces he pensado en volver a investigar a España, pero entonces me despierto con la pesadilla actual española.
¿Qué función crees que deben desempeñar las Asociaciones de Antiguos Alumnos?
Pues la que desempeña la AAA de la UPV. Cualquier problema o cuestión que he tenido lo resolvéis perfectamente en la distancia, y rápidamente. Hasta la revista me llega en Austria. Las AAA deberían servir para que nadie sintiera que ha abandonado nunca la universidad, que ese periodo de aprendizaje sigue, y que la universidad está ahí para consultar, pedir ayuda o incluso ofrecerle ayuda a la misma.