¿Cómo definirías tu trayectoria? ¿Qué proyectos has realizado?
En 2008 acabé Bellas Artes y luego realicé un Master en Producción Artística, centrándome en el retrato. Al principio me dediqué más a la pintura, hice algunas exposiciones colectivas y también individuales. Luego, viendo que era un ámbito con pocas oportunidades profesionales, decidí especializarme en el diseño en 3D. Me he formado en modelado, iluminación, animación, etc. y estoy haciendo un cortometraje de animación en 3D (limitado con los medios de los que dispongo). También colaboro con un estudio de Madrid en el diseño de personajes. Esto es lo que más me gusta, ya sea en 2D o en 3D.
También estuve con una beca Leonardo haciendo prácticas en una empresa en Italia en la que hice un poco de todo: bocetos, 3D, carteles… Sobre todo, realizaba ilustraciones de conceptos para clientes. Mi misión era hacer de las ideas conceptos visuales. Y estuve becado por el Ayuntamiento de Valencia en el Museo Benlliure bajo el programa Jove Potencial.
Luego, junto a mi novia que es diseñadora, he hecho algún proyecto de imagen corporativa. Me atrae mucho la idea de mezclar el arte clásico con la tecnología.
¿Cómo se produce este encaje de la tecnología con el arte más tradicional?
Un ejemplo muy claro es Paperman, el cortometraje de animación que ha ganado este año en los Oscars. Esta realizado en 3D pero su estética es tradicional. Este estilo es el que me gustaría que tuviese mi cortometraje.
¿En qué fase se encuentra el proyecto?
Estoy buscando medios para poder producirlo. Para hacer retratos o dedicarse a la pintura no hace falta una gran inversión, pero si hablamos de fotografía o de diseño en 3D la cosa cambia. Hacen falta recursos materiales (equipos, programas, etc.) además de mucho tiempo. Por ejemplo, para realizar Paperman se desarrollo un software específico. Y en el pelo de la princesa Rapunzel trabajaron 50 personas. Otro dato curioso es que se calculó que si una única persona hubiese hecho todos los procesos de Wall-e hubiese tardado más de 500 años en hacerla.
¿Qué le dirías a alguien si te preguntase si estudiar o no Bellas Artes, teniendo en cuenta sus salidas profesionales?
Le diría que el mercado va cambiando. De hecho, cuando estaba acabando la carrera, un chico me pidió consejo y le dije que adelante. Hay que estudiar lo que a uno le gusta, por que al final, cuando acabes, vas a tener que pelear estudies lo que estudies. Hace unos años, por ejemplo, los arquitectos tenían mucho empleo y ahora tienen más dificultades que nosotros. Si no te cierras, como licenciado en Bellas Artes, puedes trabajar en muchos campos: diseño gráfico, imagen corporativa, videoarte… Yo, por ejemplo, puedo hacer diseño en 2D y en 3D, pintura, escultura, fotografía… y esto es bueno, por que te da muchas opciones, pero al mismo tiempo dificulta que te enfoques o te especialices en algo.
¿Cuál sería tu sueño a nivel profesional?
Mi sueño sería poder vivir de esto, aunque aún no sé exactamente que es esto. Y que mi obra sea reconocida. Me gustaría que hablase sola, que no tuviese que explicarla. Hoy en día los artistas tienen que hacer mucha labor comercial, tienen que venderse mucho. Me gustaría que algún día mi obra se vendiese por si misma. Yo siempre apunto alto. En cualquier campo en el que me involucro, me comparo con los mejores e intento superarlos. Creo que esto es bueno, pero también puede llegar a ser muy frustrante si pierdes de vista los medios de los que dispones tu y de los que disponen los mejores.
Eres bastante activo en las redes sociales, ¿qué uso les das a nivel profesional?
Utilizo las redes sociales para promocionar mi obra y compartir enlaces que considero interesantes, sobre todo de arte digital.
En 2013, por ejemplo, estoy llevando a cabo un proyecto que consiste en realizar cada día un dibujo y subirlo a mi blog. (Al pie de este artículo puedes encontrar algunos de los dibujos de esta serie). Luego lo muevo en las redes sociales (Facebook, Twitter, Pinterest…). El reto es lograr hacer los 365 dibujos y el objetivo es darme a conocer. Las redes sociales te permiten, de forma muy económica, promocionarte, ganar visibilidad. Además puedes tener un trato más directo con la gente. No hay intermediarios. Para los que no podemos invertir mucho en marketing y publicidad es una buena opción. Aunque no es la panacea. Hay mucha saturación. Somos muchos los artistas que utilizamos estos canales. Además hay cierto tipo de arte que no es para consumir en la red. El arte clásico requiere que te pares, tienes que detenerte para poder apreciar todos los matices y todos los detalles. Cuando subes a la red un retrato hecho a lápiz se pierden muchos matices. Sin embargo, la red es mucho más apropiada para temas más tecnológicos. Te permite ver distintas técnicas, se puede aprender mucho…
Luego, también estoy en LinkedIn, pero en esta plataforma me he centrado más en crear una buena red de contactos.
¿Qué te ha aportado participar en el Club de Desarrollo Personal y Liderazgo como artista?
Nunca se sabe donde pueden surgir las oportunidades. Mi objetivo es poder ganarme la vida con esto, pero también que mi obra se conozca y se difunda al máximo. Participar como retratista en el Club, es una forma de darme a conocer.
¿Cómo te has sentido haciendo el retrato?
Hasta el último momento no veía en el retrato que estaba haciendo a Joaquín. He hecho muchos retratos y tengo confianza en mí, sabía que al final saldría, pero me ha costado. Puede parecer que en un retrato lo más importante son las proporciones, pero no es así. Detalles como la saturación, que las cejas o los ojos tengan la oscuridad precisa, son los que hacen que los retratos sean más realistas. Además un retrato hecho a lápiz, para poder apreciar todos los detalles, debe observarse a la misma distancia a la que está hecho. Es muy común que en estos casos se utilice la técnica del difuminado, pero yo prefiero que se vean todos los trazos, todos los matices.