Seguro que en más de una ocasión has oído aquello de que hay que salir de la zona de confort o que quien no arriesga no gana o has pensado eso de “ahora o nunca”. Precisamente la headhunter Arancha Ruiz vendrá el próximo mes de enero al Club de Desarrollo Personal y Liderazgo a presentarnos su libro titulado así Ahora o nunca. Las 5 claves para triunfar en tu carrera profesional en el que habla de cómo podemos afrontar esos grandes pasos que pueden marcar la diferencia en nuestra vida profesional.
Pero al hablar de zona de confort y grandes cambios no solo debemos pensar en lo profesional sino también en nuestra faceta más personal. De hecho, con la llegada del mes de diciembre, son muchas las personas que hacemos balance y nos proponemos nuevos retos de cara al año nuevo que comienza, tanto a nivel profesional como personal y familiar.
Muchos de estos propósitos, sin embargo, quedarán en el cajón de las cosas por hacer y nunca llegarán a materializarse. Y es que salir de la zona de confort no es sencillo, sobre todo, cuando estamos tan metidos en nuestras rutinas diarias que rara vez desconectamos el piloto automático.
En este artículo detallaremos algunas prácticas que podemos hacer para “aprender a cambiar” o entrenar nuestro cerebro para no ver los cambios, ya sean grandes o pequeños, deseados o impuestos por las circunstancias, como un problema sino como un desafío o como una oportunidad de mejorar y ser más felices.
¿Por qué es importante salir de la zona de confort?
La principal razón es porque si estamos instalados en la zona de confort el aprendizaje se detiene. Es decir, no incorporamos a nuestra vida ningún tipo de conocimiento nuevo. Ningún reto. Ningún desafío. Ninguna habilidad. Y aunque nuestra situación sea buena y cómoda, a la larga, el sentimiento de estancamiento y de no estar “aprovechando” el tiempo, va a aparecer. El ser humano, por su naturaleza, necesita estímulos e ir adquiriendo conocimientos, destrezas o habilidades, para sentirse “vivo” y “útil”. Estos conocimientos pueden estar relacionados con el ámbito laboral/profesional o no, uno puede sentirse estimulado por ejemplo aprendiendo a cocinar o a bailar o viajando y conociendo más sobre otra cultura o país. Lo importante es mantenerse activo y descubrir cosas nuevas.
El problema y el bloqueo suele venir cuando los cambios nos son impuestos o cuando tenemos que “aprender” algo a la fuerza. En estos casos, en lugar de instalarnos en la zona de aprendizaje podemos pasar directamente a la zona de pánico en la que la ansiedad y el miedo pueden paralizarnos. Para que esto no nos suceda, podemos y debemos llevar a cabo una serie de ejercicios que harán que nuestro cerebro acepte los cambios con mayor naturalidad y predisposición.
Cómo enseñar a nuestro cerebro que el cambio es positivo
Minimalismo y desapego
Practicar el minimalismo al estilo de Marie Kondo puede ayudarnos a afrontar los cambios con una mayor predisposición. El apego a los objetos materiales funciona a nivel neuronal de una forma similar a cómo lo hace la zona de confort produciéndonos una sensación de falsa seguridad. Empezar a deshacernos de todas aquellas cosas que acumulamos pero que no necesitamos en una forma de soltar lastre y necesitar menos “seguridad” para ser felices.
Autoconocimiento
Conocernos a nosotros mismos es esencial en muchos aspectos de nuestra vida. Cada uno tenemos nuestro ritmo, nuestra personalidad, nuestros miedos y limitaciones y debemos ser conscientes de ello.
Es muy importante analizar y dedicar tiempo a saber qué queremos. Esto implica conocer aquello que nos haría felices y va alineado a nuestras expectativas vitales y también las barreras o dificultades que tendremos que enfrentar para lograrlo. Una buena idea es identificar que aspectos de nuestra vida queremos cambiar y hacer con cada uno de ellos una tormenta o lluvia de ideas con las diferentes alternativas que tenemos para alcanzar nuestros objetivos. Podemos hacer partícipes a nuestros allegados en esta lluvia de ideas.
Otra cosa que podemos hacer es revivir los grandes cambios que ha habido en nuestra vida, repensar cómo nos sentíamos antes y después de ellos, qué hubiésemos podido hacer para mejorar el proceso.
Modificar las rutinas
Ir a trabajar caminando o en metro si solemos ir en coche o viceversa. Cambiar el supermercado en el que hacemos la compra. Sacar al perro por una zona por la que no solemos ir. Desayunar tostadas si de normal desayunas cereales o viceversa. Ver las noticias en un canal de televisión distinto o cambia la emisora que llevas en el coche. Proponerte pequeños cambios en tu rutina hará que te vuelvas más flexible y asumas mejor la novedad y los cambios.
Incomoda a tu cerebro
Por ejemplo, si eres diestro intenta hacer algo con la mano izquierda: comer, peinarte o lavarte los dientes pueden ser buenas ideas.
Otro buen entrenamiento, sobre todo en zonas bilingües como la Comunidad Valenciana, es hablar en valenciano con alguien con quien habitualmente hables en castellano o viceversa.
Estilo, sitios nuevos y nueva gente
Un gran ejercicio en este sentido es realizar un listado de sitios de nuestra ciudad o alrededores a los que hemos pensado en ir alguna vez pero a los que nunca hemos ido. Puede ser un restaurante, un museo o una tienda de antigüedades. Esto mismo podremos hacerlo con actividades que no hayamos hecho nunca y que despierten nuestro interés. Otra cosa que podemos hacer es cambiar de estilo. Por ejemplo, darle una oportunidad a un estilo de música que habitualmente no escuchamos, una serie de un género que no solemos tocar un corte de pelo diferente o una marca de ropa que habitualmente no compramos.
Por último, conocer gente nueva siempre nos aporta puntos de vista distintos y nos enriquece, al igual que viajar.
¿A qué tienes miedo?
Otro ejercicio que puede ayudarnos mucho a salir de nuestra zona de confort es realizar un listado con todas aquellas cosas que nos dan miedo o nos producen ansiedad. Luego deberemos realizar con ellas una jerarquía, es decir, ordenarlas poniendo primero aquellas que menos temor nos produzcan y tratar de ir exponiéndonos a ellas poco a poco empezando por la primera. Al superar nuestros pequeños miedos le enseñaremos a nuestro cerebro que somos capaces de cambiar, aumentará nuestra autoestima y seguridad en nosotros mismos, y experimentaremos en primera persona que los cambios traen cosas buenas a nuestra vida. Cuando te enfrentas a tus miedos crece tu autoestima, te abres a nuevas oportunidades y avanzas hacia tu objetivo.
Al salir de tu zona de confort le estás enseñando a tu cerebro a crear nuevas conexiones y a confiar plenamente en ti y en tus habilidades.