“Al redactar y publicar el libro siempre he tenido en mente cuatro públicos objetivos. Mi primer objetivo eran los estudiantes de últimos cursos de carrera, especialmente aquellos que quieren dedicarse a la alta dirección o que desean emprender su propio negocio. Y los estudiantes de escuelas de negocio. En segundo lugar, el libro va dirigido a los empresarios y directivos senior que podrán contrastar los criterios y principios que han aplicado en la gestión de sus empresas con los que yo expongo en el libro. En tercer lugar, al público en general porque considero que se trata de una biografía muy amena. Por último, como cuarto objetivo, El arte de dirigir empresas se dirige a los enfermos de Parkinson y de otras enfermedades crónicas. Cuando con 54 años me diagnosticaron esta enfermedad se me vino el mundo encima pero con la ayuda de mi familia y de los médicos he logrado restaurar mi calidad de vida. Hay que ser optimista. Una vez me preguntaron en qué me había limitado el Parkinson, qué cosas había dejado de hacer a causa de la enfermedad, y contesté que solo una, que ya no ganaba jugando a tenis a los amigos a los que antes vencía. Hay días que ni siquiera me acuerdo de que tengo Parkinson”, comenta Damián Frontera.
“Nunca cambié de empresa porque esta siempre me motivó”
El arte de dirigir empresas es una aventura apasionante, narrada en primera persona, con cierto suspense y con un lenguaje sencillo y natural, que también gustará al público en general. La vida profesional de Damián Frontera tiene la peculiaridad de haberse desarrollado durante 34 años en la misma empresa. Lo que comenzó siendo una empresa familiar, el Grupo Anselmo Gil, se convirtió en filial de distintas multinacionales norteamericanas (Oscar Mayer, General Foods y Philip Morris) y una alemana, Coop. A.G., que al quebrar dejó a la empresa sin dueños en manos de una junta de acreedores. Tres años más tarde Damián Frontera junto con otros siete directivos y con el apoyo de Inversiones Ibersuizas realiza un MBO y se convierte en empresario. Las cosas marchan bien y la empresa, Oscar Mayer, sale a bolsa. Finalmente en 2003 desaparece absorbida por Campofrío. “Nunca cambié de empresa porque esta siempre me motivó, los estímulos, como dice el subtítulo del libro, eran incesantes, con cambios continuos de propietarios, de estrategia, de colaboradores, crisis, etc. En el libro he tratado de reflejar tanto los buenos como los malos momentos. Por ejemplo guardo inmejorables recuerdos de mi paso por el IESE y de mis inicios en Anselmo Gil. También fue muy gratificante que me nombraran Director General y convertirme en empresario tras el MBO. Por otro lado la despedida definitiva, cuando Campofrío nos absorbió, fue muy dura. Sentí una gran nostalgia. Otros momentos difíciles fueron cuando Anselmo Gil estuvo a punto de suspender pagos antes de que aparecieran los americanos o cuando Coop. A.G. quebró y nos convertimos de la noche a la mañana en una empresa sin dueños. En el libro también hablo de mi vida actual. He creado con otros socios tres empresas: una piscifactoria, una fábrica de biocombustibles y una inmobiliaria. También he hecho algo de consultoría y doy charlas y conferencias en distintas Escuelas de Negocio. La enseñanza siempre ha sido una de mis pasiones. De jovencito me aprendía las lecciones y luego les daba clases particulares a mis amigos. Además colaboro con distintas instituciones universitarias y empresariales”, comenta Damián Frontera.
Dirigir es un arte
El arte es una combinación de habilidades, conocimientos, actitudes y sentimientos que te permiten obtener una obra. Además sin unas reglas fijas. El artista debe conocer las técnicas y las herramientas de que dispone y a partir de ahí y de su propia habilidad crear una obra haciendo realidad aquello que imagina. Para dirigir tienes que servirte también de todos estos elementos, de tus habilidades y conocimientos, pero también de tus sentimientos, actitudes y de tu inteligencia emocional. La alta dirección es trepidante pero no es fácil. Hay momentos de soledad, sufrimiento y estrés. Rodearse de un buen equipo de colaboradores y saber delegar en ellos es también fundamental. Además yo siempre aconsejo practicar la verdad (de cara a los socios, proveedores, trabajadores, etc.) y tratar de ser ético asumiendo nuestras responsabilidades”, comenta Damián. “Este creo que es un libro que el lector puede disfrutar mucho en una primera lectura, como si se tratase de una aventura, pero que en una segunda revisión puede convertirse en un buen libro de cabecera, de los que te hacen reflexionar”, concluye el autor.