La emoción que transmite y la admiración que tiene Jesús Alcoba por la figura de Ernst Shackleton, es tan auténtica que es imposible no quedar atrapado por la increíble hazaña de la expedición Endurance, que vivieron el explorador polar y su tripulación tras quedar su barco atrapado y ser destruido por el hielo de la Antártida.
En el encuentro del mes de marzo del Club de Desarrollo Personal y Liderazgo, hemos tenido el placer de volver contar con Jesús Alcoba, autor del libro “La Brújula de Shackleton. Enseñanzas de un explorador sobre el éxito personal”, galardonado en 2015 como uno de los mejores libros de empresa, tras su fantástica ponencia en octubre de 2014 “Balance profesional y vida personal: de Bruce Lee a los domadores de Leones”.
En esta ocasión, nos metimos de lleno en esta formidable aventura, sobre la que aún hoy, un siglo después de los hechos, seguimos preguntándonos cómo, ante la atónita mirada del mundo entero, todos ellos regresaron sanos y salvos dos años después de su partida, convirtiendo así una malograda misión en un éxito sin precedentes.
La fidelidad de Shackleton a sus objetivos, su resistencia a la adversidad, los lazos que establecía con las personas que le rodeaban o la manera siempre positiva que tenía de interpretar la realidad, son algunas de las claves de su éxito: ocho valiosas enseñanzas en total que quienes profundicen en esta extraordinaria historia podrán utilizar en su vida.
Sin duda, una más que interesante y cautivadora sesión en la que Jesús nos descubrió, gracias a toda la documentación de los diarios de bitácora de la expedición y a su profundo estudio de la misma, las duras y extremas vivencias de esta tripulación, pero sobretodo poniendo foco en las enseñanzas sobre el éxito personal que podemos extraer de la misma y que como destacó son fruto de la aportación de cada una de las personas de la tripulación.
No te pierdas la entrevista a Jesús Alcoba en la que profundiza en esta increíble historia.
¿Cuáles son las claves del éxito de Shackleton que podemos aplicar en nuestra vida para conseguir nuestros objetivos?
Rumbo: una de las claves indiscutibles del éxito es tener un rumbo, una meta, una misión que cumplir. Escogerlo cuidadosamente, meditar sobre él, dedicarle tiempo y recursos, evaluar a qué distancia nos encontramos y, tal vez, modificarlo de cuando en cuando, son tareas indispensables para conseguir dotar a nuestra existencia de verdadero significado. La gestión de la vida solo tiene sentido si hay un rumbo
Regeneración: que la vida que vivimos es una sucesión de altibajos es tan cierto como que tiene un principio y un final. Aunque resulte difícil de creer, las personas pueden elegir la manera en que quieren interactuar con lo que les pasa, y por eso tras una situación difícil pueden tender o bien barreras, o bien puentes hacia un futuro mejor. Es una cuestión de actitud, de voluntad, y afortunadamente de práctica. La regeneración es una cualidad que hay que entrenar. Aunque cueste.
Enfoque: el cerebro humano no es multitarea, ni para los hombres ni para las mujeres: nuestra mente puede mantener una única cosa en la conciencia, y nunca más de una a la vez. Proyectar voluntariamente en el lienzo de nuestra conciencia aquello que está alineado con nuestros objetivos en la vida, dejando a un lado distracciones, pensamientos negativos, ideas menores y razonamientos contraproductivos, es una clave irrenunciable del éxito. Tenemos que dedicarnos a pensar en lo que tenemos que pensar. Así de simple.
Dureza: “cualquier cosa es posible si estamos dispuestos a realizar los sacrificios que implica” dijo Michael Phelps. Lo que ocurre es que muchas personas creen profundamente en lo primero sin reparar en lo segundo. Son innumerables las situaciones en nuestra vida profesional en las que tenemos que recurrir a nuestra fuerza de voluntad: concentrarnos en una reunión que se prolonga, trasnochando para realizar tareas que no nos resultan gratas o aguantando nuestras emociones en situaciones conflictivas. La capacidad de tolerar situaciones incómodas se alimenta de muchas cosas, entre ellas el optimismo y la reflexión sobre nuestros valores clave. A mayor éxito, mayor dificultad. No pretendamos lo contrario.
Constancia: esta cualidad es lo que nos facilita conseguir nuestros objetivos a largo plazo pero de la que casi nadie se siente cerca. Miramos al futuro, y nos cuesta vernos haciendo las mismas cosas una y otra vez durante días, meses o años. No nos sentimos cómodos imaginándonos acumulando miles de horas de estudio, de entrenamiento o simplemente de concentración para lograr una misma meta. Sin embargo, es el poco a poco de cada día el que al final logra que consigamos lo que buscamos. Hay que dar muchos pequeños pasos para conseguir grandes cosas.
Energía: dedicar simplemente tiempo a algo no hace que las cosas funcionen, por tanto, la clave del éxito está en gestionar la energía. Muy a menudo experimentamos cansancio, falta de concentración, somnolencia, decaimiento… y tendemos a atribuir esos estados al agotamiento o al estrés. Pero, si dormimos mal y a destiempo, no practicamos ninguna actividad física, no controlamos lo que comemos etc. es injusto culpar al stress o sobrecarga de trabajo. La gestión eficiente de la energía que nos suministra el rumbo vital, la energía emocional, la energía mental, junto con la energía espiritual que nos aportan nuestros valores clave, puede hacernos llegar incluso más lejos. Ningún movimiento puede darse sin energía, y mucho menos el que nos conduce al éxito.
Mentalidad: hay que tener cuidado con la forma en que interpretamos el mundo, porque es exactamente como lo interpretamos. El mayor error del ser humano, es que se cree que lo que piensa es cierto, es decir, vive en la realidad que le proyecta su mente con la certeza equívoca de que lo que experimenta es el mundo real. De ahí la importancia de concentrarse en una visión del mundo que esté alineada con lo que en él pretendemos. Por ejemplo, se ha escrito mucho sobre los efectos del optimismo bien entendido, el que poseen las personas que consideran que las causas de los acontecimientos favorables son permanentes, mientras que las que causan los sucesos desfavorables son pasajeras. Podemos elegir cómo pensar. Por tanto, pensemos de la manera que nos conduzca al éxito.
Conexión: estar de verdad conectados con otras personas contribuye a nuestra felicidad e incrementa nuestra esperanza de vida, constituyendo una de las claves más significativas del éxito. Estar presentes en las redes sociales es positivo, pero tener amigos es imprescindible.
Os esperamos el próximo 12 de abril en la sesión “Cómo desarrollar tu carrera profesional a nivel internacional” con Marta Puig-Samper.