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Javier-GalánJavier Galán es Ingeniero en Cartografía y Geodesia, área en la que se ha especializado en el análisis SIG y en producción cartográfica. Ha trabajado, siempre de la mano de empresas españolas, en distintos proyectos en países como Francia, Venezuela y Guinea. Actualmente está bajarando la opción de marchar a Japón, aunque puede que acabe en Brasil. En esta entrevista nos cuenta su experiencia “nómada”.

¿Cómo fueron tus inicios profesionales?

Empecé a trabajar el último año de carrera. Una empresa contactó con uno de los profesores de mi escuela, buscaban a alguien que supiera CAD y programación. Y allí me encontraba yo, haciendo ambas asignaturas, me hicieron una entrevista muy ligera y me cogieron. Allí pasé 6 meses en prácticas y luego me contrataron. La verdad es que tuve suerte, allí aprendí mucho.

¿Y cuál fue tu primera experiencia internacional?

Si hablamos de experiencia con empresas extranjeras, la primera fue trabajando en una empresa de Valencia que formaba UTE con una Francesa, por lo que tuve que ir a varias reuniones cerca de París. Pero la primera vez que realmente fui a trabajar fuera fue a Guinea-Conackry y eso sí que fue toda una experiencia. En Guinea estuve de operador de Láser Escáner, es decir, que estuve controlando la medición de terrenos desde un avión para formar después modelos digitales de elevaciones. Luego he estado también en Venezuela como profesor en el Instituto Geográfico Venezolano Simón Bolívar impartiendo el curso de capacitación de gvSIG.

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¿Qué es lo más complicado de llevar una vida tan nómada? ¿Y lo más gratificante?

Lo más complicado es que en todos los casos ha sido de un día para otro, y no es una exageración, para Venezuela hice la entrevista un lunes y el domingo estaba cogiendo un avión.
Así que no me daba tiempo a hacerme a la idea de que me iba. Una vez allí la cosa es distinta, porque estás solo y te tienes que buscar la vida, y más si no conoces el idioma. No tengo ni idea de francés, pero al final con un poco de voluntad por ambas partes te acabas comunicando. Lo más duro es saber que pasan cosas en tu casa y que estás a miles de kilómetros y no puedes ni echar una mano. Lo más gratificante, lo que te llevas de cada sitio, no me refiero a nada material, siempre digo que el que se fue a Guinea no es el mismo que el que volvió; ver realidades tan diferentes a la tuya te hacen reflexionar. Así que lo mejor de cada viaje es lo que evolucionas como profesional y como persona.

¿Qué es lo que más te ha sorprendido a la hora de trabajar en estos países? ¿Y culturalmente?

Sobre todo las condiciones en la que se trabaja, estamos muy acostumbrados a trabajar con ciertas comodidades, que no aprecias hasta que sales fuera. En Guinea en uno de los aeropuertos donde aterrizábamos no había electricidad, y un día que se nos hizo tarde y era oscuro para aterrizar pusieron coches y motos para marcar la pista. Eso sí, ves lo diferente que somos según donde nacemos, siempre me he encontrado con gente muy amable, pero los ritmos de vida son muy diferentes de un sitio a otro, y tienes que armarte de paciencia y no desesperar.

¿Qué te impulsó a aceptar un empleo que suponía pasar largas temporadas en el extranjero?

Un poco el afán aventurero, me gusta mucho viajar, pero sobre todo, me impulsó la situación actual. El proyecto donde me encontraba trabajando se terminaba en un mes cuando me ofrecieron irme a Guinea, lo cual me ayudó  mucho a tomar la decisión. Y una vez has salido y pierdes el miedo a irte lejos casi cualquier destino te parece bien.

¿Qué planes de futuro tienes?

Actualmente tengo un par de ofertas que están un poco en el aire, una para trabajar en Brasil y otra para Japón. Japón me atrae mucho, llevo unos años estudiando japonés y me gustaría poder ponerlo en práctica; ahora, instalarme allí a vivir, eso es otra cosa. Digamos que me gustaría pasar una temporada y luego volver.

¿Qué dificultades te estás encontrando en el proceso? ¿Es fácil encontrar un empleo en Japón?

Más que difícil es casi imposible, las ocasiones que me han surgido son de empresas españolas que se van allí a trabajar, pero la contratación directa es muy compleja por todos los trámites que hay que seguir. Sobre todo por lo exigentes que son en muchas cosas y lo diferente que es su cultura y la nuestra.

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¿Te gustaría trabajar y vivir en España? ¿Qué condiciones tendrían que darse para que quisieras quedarte?

Claro, si la situación fuera otra. A pesar que me encanta viajar y conocer gente nueva, cuando estás fuera, echas de menos muchas cosas, sobre todo las más insignificantes. Además, aquí está mi familia, mis amigos, mi vida,… e irte por mucho tiempo implica estar dispuesto  hacer el esfuerzo de empezar de nuevo otra vez. Pero quedarme a cualquier precio tampoco es viable, actualmente el panorama laboral está muy complicado aquí, prefiero irme fuera con un trabajo que me aporte más profesionalmente.

¿Qué mensaje te gustaría lanzar a otros politécnicos que ante la situación en España están pensando en emprender una “aventura” internacional?

Pienso que lo importante es seguir adelante y buscar trabajo donde lo haya para no quedarte atrás. Salir fuera no implica no volver, todos esperamos que la tendencia en algún momento cambie.