Con 19 años, Begoña Rodrigo estudiaba ingeniería industrial en la UPV y tenía dos negocios. Un día decide dejarlo todo y marcharse a Ámsterdam, donde de forma casual empezó en el mundo de la cocina. Hoy en día, gestiona con éxito La Salita, su propio restaurante, además de ser la primera ganadora de Top Chef España.
Qué puedes contarnos de tu etapa en la UPV…
Yo quería estudiar diseño de interiores pero en aquel entonces no eran unos estudios homologados y mis padres me aconsejaron que estudiase una carrera más seria, así que opté por hacer ingeniería industrial. Y la verdad es que como además de estudiar, tenía dos negocios, es como si hubiese estudiado a distancia. No tuve una vida universitaria como tal. Los dos negocios eran dos expendedurías de pan que monté con 18 y 19 años. Vengo de una familia de emprendedores y siempre me ha gustado mucho el mundo de los negocios.
Pero llega un momento en el que decides dejar los estudios, tus negocios y marcharte fuera…
Solo me dedicaba a estudiar y trabajar. Y, en mis primeras vacaciones fuera de España, descubrí Ámsterdam. Me enamoró. Es una ciudad tan cosmopolita, tan liberal, tan diferente de lo que conocía que cuando volví, dejé los estudios, cerré los negocios y me fui a vivir allí. Me tacharon de loca, pero no me importó. La gente suele ser siempre muy “positiva” cuando alguien toma decisiones arriesgadas.
¿Cómo fueron tus inicios en el mundo de la cocina?
Cuando llegué a Ámsterdam sabía muy poco inglés, lo que había estudiado en el colegio, y el único trabajo que encontré era limpiando habitaciones. Eso me desanimó y pensé incluso que la gente que me había tachado de loca tenía razón. Entonces me surgió la oportunidad de trabajar en la cocina de un hotel haciendo desayunos. Casualmente, el jefe de cocina del hotel, era un cocinero de prestigio que no se sentía muy realizado en ese trabajo porque implicaba mucha gestión y poca cocina. Entonces llegué yo, con toda mi ilusión y le dije que quería aprender y él aceptó ayudarme. Así que empecé a ir por las tardes gratis a la cocina del hotel para formarme.
Antes de regresar a España, además de en Holanda también estuviste trabajando en Londres, ¿qué te ha aportado esta experiencia internacional?
Creo que en España me hubiese costado más evolucionar. En Ámsterdam empecé en la cocina desde abajo y en unos años llegué a ser jefa de cocina. Este tipo de promoción en España hubiese sido muy complicado. Por eso aquí la gente buena acaba montándose sus propios negocios. Ascender cuesta mucho y más si eres mujer y no tienes un nombre en el sector.
¿Es más difícil para una mujer triunfar en el mundo de la cocina?
Creo que para llegar al mismo punto las mujeres nos tenemos que esforzar más. Y el tema de la maternidad complica mucho las cosas. Ser cocinera implica trabajar unas 14 horas al día y los horarios son complejos. Eso unido a que los salarios no son muy altos, si tienes que contratar a alguien para que cuide de tus hijos, las cuentas no te salen.
¿Cómo surge la idea de abrir tu propio restaurante?
Fue un poco casual. Mi hermana se había quedado el local donde ahora está La Salita porque quería abrir un local de tapas. Pero luego se lo replanteó y decidió no abrirlo con lo que el local quedaba disponible. Mi pareja y yo estábamos en Valencia de visita. A él, que es holandés, le encantó la ciudad, su luz y su clima y me propuso que nos quedáramos el local y probásemos a abrir nuestro propio restaurante. Mi idea era seguir viajando y trabajando en distintos países, pero pensé que por probar no pasaba nada, y de eso hace ya ocho años.
La Salita, es un restaurante familiar, ¿cómo lleva lo de trabajar con la familia?
Es complicado sino están bien delimitadas las funciones de cada uno. Mi hermano, mi pareja y yo tenemos claro cuál es nuestro espacio. También es cierto que a la hora de tirar del carro nadie va a defender lo tuyo como tú. Además para mí es importante que el personal de un restaurante tenga una continuidad. Esto es fundamental para que el cliente se sienta cómodo, que le reconozcan, que sepan lo que le gusta, cuando es su cumpleaños… Eso es para mí un negocio con alma, un negocio en el que todos están involucrados y tiran del carro. Hay negocios que se nota que están montados solo para ganar dinero.
¿Te consideras más emprendedora o empresaria?
Yo me considero más emprendedora. Soy una persona a la que no le asustan los retos. Me apasiona empezar proyectos nuevos y volcarme en ellos. Hace ocho años cuando abrí La Salita puse un menú de degustación único y, aunque ahora pueda parecer normal, en esa época fue bastante innovador. De hecho, mucha gente me decía que así no llegaría lejos, que no iba a tener éxito. Pero yo creo que no puedes seguir modas, que si tienes una idea clara, debes apostar por ella.
Lo de ser empresario, es más complicado, sobre todo, cuando gestionas un negocio pequeño. En esta faceta puedo decir, que sigo aprendiendo y mejorando. Me gusta llevarlo todo al día, soy muy estricta para eso y muchas veces las instituciones, la burocracia no ayuda. Quieres crecer, crear empleo… pero todo son trabas yte entran ganas de tirar la toalla.
¿Por qué te decides a presentarte a las pruebas de Top Chef?
En realidad, me presentaron. Y una vez me vi metida en el lío, no me lo pensé mucho y decidí tirar para adelante. Si me lo hubiese pensado más quizá no lo hubiera hecho. Las primeras semanas lo pasé muy mal. Las cosas no me salían bien y en televisión te expones mucho, expones tu vida y la de tu familia. Además en las redes sociales todo el mundo puede opinar y si hay algo que no les gusta de ti te crucifican. Luego hice un buen plato, que gustó mucho y empecé a creer que podía ganar. A partir de ahí todo mejoró.
¿Qué ha supuesto para ti participar (y ganar) el concurso de Top Chef? ¿Cómo valoras esta experiencia?
Estoy contenta con el resultado, pero no repetiría. Antes de participar en el concurso, nunca había trabajado con otros cocineros españoles. Nunca había hecho colaboraciones. Me gustó el hecho de compartir experiencias con gente con mis mismas inquietudes. De hecho con los tres compañeros con los que llegué a la final sigo teniendo contacto. Nos llamamos, nos contamos, incluso estamos planeando hacer cosas juntos. También gracias a Top Chef he conocido a mucha gente, he hecho contactos interesantes y están saliendo cosas interesantes. Y bueno, el restaurante está lleno todos los días
¿Ha cambiado tu percepción sobre le marketing y la publicidad el hecho de participar en Top Chef?
En La Salita nunca hemos pagado por publicidad. Es nuestra política y no vamos a cambiarla. Siempre hemos trabajado con el boca a boca. Creo que lo mejor de mi restaurante es su clientela. Somos conscientes de que este boom de la tele pasará. Si a raíz del programa pasan por aquí 5.000 o 10.000 clientes nuevos y se quedan 200 estaremos satisfechos.
¿Qué mensaje te gustaría trasladar a los lectores de Polivalencia?
Que crean en lo que hacen, porque es la única forma de llegar lejos. Y también, que en Valencia a nivel gastronómico hay mucho más que paella, que es fantástica, pero somos muchos los cocineros que estamos tratando de hacer otras propuestas. Creo que debería haber más ayudas al sector porque podríamos convertirnos en un referente.