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La sesión dual, que en esta ocasión se celebró en Colector, coworking situado en el edificio anexo al Real Monasterio de la Santísima Trinidad de Valencia, integró múltiples y divertidas actividades grupales con el engranaje teórico necesario para entender cómo se puede, y se debe, integrar la creatividad en el ADN de las organizaciones si realmente “queremos hacer las cosas de manera diferente para obtener resultados, también diferentes”, hacían hincapié los ponentes. “¿O queremos seguir compitiendo con los precios y los costes?”, añadían al iniciar la jornada.

El encuentro Innova&acción del mes de abril se impregnó de pasión y entusiasmo desde el mismo momento en el que los expertos Juan Pastor e Ismael Pantaleón abrieron su “maleta-kit de creatividad ON”, literalmente, y el medio centenar de asistentes se sentaron frente a unas mesas que tenían vasos, naranjas, exprimidores, cuchillos y algún que otro elemento más que despertó la curiosidad desde primera hora.

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Para dar los ¡buenos días! Pastor y Pantaleón invitaron a los participantes, agrupados en equipos de cinco, a escribir en un post-it aquellas palabras que se les ocurrieran a cada uno en 60 segundos. Luego, se les ordenó intercambiarlas con los demás equipos de tal modo que durante otro minuto los pequeños papeles de colores estuvieron circulando sin parar. Al poner fin al caos generado, preguntaron a la sala si hubieran podido escribir en ese minuto 100 palabras. El NO retumbó en las paredes de ladrillo, pero la respuesta “debería haber sido…”, explicaba Pantaleón con el objetivo de introducir la primera idea de la jornada: si bien siempre se ha asociado la creatividad a los perfiles artísticos, “debemos entender que todos somos creativos; lo único es que algunos tenemos la capacidad más desarrollada, y otros menos, pero con entrenamiento, se aprende”.

Todos somos creativos. Algunos tenemos la capacidad más desarrollada y otros menos, pero con entrenamiento, podemos aprender

En otras palabras, de lo que se trata es de cambiar el esquema mental, “de conectar el cerebro con el resto del cuerpo” dado que, por inercia, nuestro modelo de pensar actual -tradicional- nos lleva a hacer las cosas de la misma manera; si no cambiamos el chip seguiremos replicando modelos y ofreciendo las mismas soluciones a cuestiones que son hoy radicalmente diferentes.

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Otra de las lecciones aprendidas con esta primera actividad es que para innovar es fundamental tener una visión compartida del futuro deseado, es decir, “soltar nuestras ideas al servicio de los demás”, comentaba Pastor.

Aplicándolo a la innovación, la creatividad ofrece la capacidad de generar ideas con valor, para lo cual las organizaciones necesitan romper las barreras mentales, al tiempo que se incorporan, interiorizan y ponen en práctica una serie de elementos y valores imprescindibles para crear una verdadera cultura de la innovación.

To-Do List para favorecer la practica de la creatividad en las empresas

El primer factor es el liderazgo. Sin él no es posible la creatividad pues según Pastor, “quien genera organizaciones innovadoras es la dirección”. ¿Cómo se les puede convencer? Por un lado, demostrando con nuestro conocimiento personal el equilibrio entre la eficiencia y los buenos resultados, y por otro, “poniendo fin a la cultura de la penalización de los errores” que nos acompaña desde que nacemos y que no hace más que limitar nuestra capacidad creativa.

Por tanto, para despojar a los profesionales del miedo a fallar y facilitar así nuevas ideas, las organizaciones deben crear espacios de confianza en el que poder conversar, explorar y proponer cuestiones sin miedo a ser juzgado. Este es el segundo elemento que está íntimamente relacionado con la capacidad de comunicación y la gestión de la frustración cuando la idea o proyecto que proponemos no sale adelante. Sin olvidar por supuesto la confianza que cada uno debemos desarrollar en nuestro interior.

Para despojar a los profesionales del miedo a fallar y facilitar así nuevas ideas, las organizaciones deben crear espacios de confianza en el que poder conversar, explorar y proponer cuestiones sin miedo a ser juzgado

Por otro lado, y a través de una dinámica de montaje con fichas, Pantaleón consiguió que los asistentes dejaran de hacer como siempre hacen. No había terminado de explicar la actividad cuando muchos de los asistentes estaban ya haciendo sus construcciones. “Veis, la tendencia es pasar a la acción, y no a la exploración que requiere reflexión y escucha para poder entonces pasar, mejor, a la acción”, explicaba entre risas.

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Esto llevó a los ponentes al siguiente consejo: “debéis tomar conciencia de que cuando usamos la creatividad para la innovación la clave está en el proceso, pero como es habitual, habéis ido directamente al producto o servicio. No pasa nada, lo único que hay que hacer es cambiar ciertos hábitos”, especialmente aquellos que en lugar de activar, desactivan la creatividad en las organizaciones.

Uno de esos “malos hábitos” es entender que “trabajar es hacer” o aplicar el pensamiento lineal de acción-reacción. Para trabajar la creatividad hay que parar para pensar. El ejemplo que pusieron los ponentes es que los atletas de alto rendimiento se entrenan para un momento en concreto del partido, para un momento en el que la tensión es máxima y necesitan sacar lo mejor de sí mismos en el momento exacto donde es necesario hacerlo sin estar exhaustos. “Si todo el tiempo es partido, ¿dónde paro?”, comentaba Pantaleón. El gran problema que señalaban los invitados es la sobrecarga de trabajo que frena momentos de “creación en favor de solucionar urgencias”.

Y en este parón necesario para fomentar la creatividad, se vuelve necesario el silencio, pero también prestar atención (focalizar), observar el ambiente (“termómetro creativo”) y el espacio (“¿realmente la gente de mi empresa comparte ideas?”), y sobre todo, la sistematización de la práctica y la creación de equipos que reúnan perfiles fuego, tierra, agua y aire.

Para ello, es necesario activar el círculo virtuoso a través del cual los profesionales sienten que, cuando más practican, más disfrutan, y por tanto mayor es su satisfacción. A este círculo, Pastor y Pantaleón añadieron otros elementos que amplían y hacen más complejo el sistema, pero que inyectan el engranaje necesario para que innovar no sea el salva-crisis, sino que debe formar parte del día a día de las organizaciones para que se pueda siempre innovar más, y mejor”.

¿Cuál es por tanto la Not-To-Do List?

Los obstáculos más comunes a los que se enfrentan los que apuestan por la creatividad como punto palanca para la innovación son líderes que creen que la creatividad es sólo para los artistas; las organizaciones en las que la frase “no lo veo” entierra proyectos con gran potencial; espacios donde la presión por los resultados no cede espacio para la reflexión y la observación; empresas en las que la cultura del error frena la libre expresión de ideas innovadoras-  generando inseguridad en quienes las tienen-, o en las que no se desarrolla o favorece la capacidad de su talento por establecer conexiones.

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“Si realmente queréis impulsar el cambio en vuestras organizaciones, dejar de centraros en la tarea, verbalizar porqué queréis innovar, y por supuesto, llevar la creatividad a todos los ámbitos de vuestras vidas tanto personales y profesionales”, concluían Pastor y Pantaleón tras cuatro horas de sesión con la creatividad modo ON.

Ah! ¿No hemos hablado aún de que se hizo con los exprimidores y las naranjas? Pues lo que hacemos muchos cada mañana: exprimirlas para hacer zumo. Fue un intrigante modo de no olvidar nunca la conexión de entre su color naranja y la vitamina creativa que necesitamos si realmente queremos transformar nuestra organización.

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