Iker Marcaide es ingeniero industrial por la UPV. En 2008 trabajando como consultor estratégico en The Boston Consulting Group le aceptaron para realizar un MBA en el MIT. Unos problemas en el pago de la matrícula le hicieron replantearse el sistema de transferencias bancarias internacionales. Así nació peerTransfer ahora Flywire (por modificación de marca), considerada la mejor startup del mundo en 2010 y que actualmente cuenta con 50 empleados en Boston, Londres y Valencia.
¿Cómo surge la idea de negocio de Flywire?
Era el año 2008 y vivía en Londres. Me admitieron en el MIT para hacer un MBA y tuve que realizarles unos pagos. Me di cuenta de lo costoso que es mandar dinero internacionalmente (comisiones, malos tipos de cambio…) y encima el dinero se perdió. Mail arriba y abajo con MIT hasta que finalmente se localizó. Pensé que debería haber una forma más sencilla y fiable de hacer y recibir transferencias internacionales. Básicamente constituí Flywire para crear la alternativa a la transferencia bancaria, ayudando a consumidores y pequeñas empresas a ahorrar dinero y quebraderos de cabeza. Aun con esa visión, decidí centrarme en un caso particular para comenzar: estudiantes y sus familias realizando pagos de matrícula a universidades en el extranjero.
¿Tenías experiencia previa en el sector bancario o el de las transacciones económicas internacionales?
La verdad es que no tenía ni idea de pagos internacionales, lo cual me obligó a ponerme las pilas y aprender lo más rápido posible del sector.
¿Cuál era tu trayectoria académico-profesional hasta ese momento?
Estudié Ingeniería Superior Industrial en la UPV, y después me fui a Madrid y Londres como consultor estratégico en The Boston Consulting Group. No había tenido ninguna experiencia como emprendedor, la verdad, más allá de ideas a las que le das vueltas pero que no te las tomas en serio.
Vuestros principales clientes son las universidades y sus estudiantes internacionales, ¿por qué elegisteis este nicho? ¿a qué otro tipo de clientes os dirigís?
Pues resultó un poco casual – inicialmente ayudaba a pequeñas empresas y consumidores a mandar dinero por el mundo. Imagina un compañero de máster que termina sus estudios y tiene que mandar dinero de vuelta a su país. Lo que pasa es que cuando empecé a sentarme con universidades para ver si podrían decir a sus estudiantes que nos usaran, me di cuenta que tenían graves problemas de procesamiento de pagos. Imagínate recibir miles de pagos de distintos estudiantes, muchos con el mismo apellido o que el pago lo hace un familiar en vez del estudiante. O que no llega la cantidad esperada. En ese momento pensé que dando la vuelta al negocio, vendiendo a las universidades y proporcionándoles unos interfaces como solución a sus problemas, podría crear la confianza y reducir el coste de adquisición del usuario final. Parece un nicho pero mueve más de 50.000 millones de dólares al año y somos los líderes en el sector.
¿Hay alguna universidad española que utilice vuestro sistema?
Tenemos a Berklee en Valencia. A día de hoy no trabajamos con otras universidades. Empezamos desde EEUU, donde ya nos usan más del 40% de las universidades. En Australia tenemos entorno al 25%. Ahora estamos expandiéndonos en Europa y Canadá.
Flywire tiene sede tanto en Boston como en Valencia, ¿qué funciones se desempeñan desde cada lugar y por qué te decides por Valencia?
En Boston tenemos el equipo de desarrollo de negocio: ventas, marketing, producto. Y en Valencia todo la tecnología y operaciones: servicio al cliente, desarrollo de software, operaciones. Somos unos 50 entre Boston, Valencia y Londres. Lo de montar la oficina de Valencia tenía una componente de negocio pero otra sentimental igualmente importante. Quería compartir la riqueza si esto sale bien, damos acciones en la empresa a todo empleado, y también compartir la experiencia de crear y crecer algo puntero para que esta gente pudiera tener más éxito en proyectos futuros. Creo que empresas que salen bien actúan como motor de futuros proyectos y generaciones.
¿Qué diferencias has notado a la hora de trabajar aquí y allí? Apoyo al emprendedor, cualificación de los profesionales, cultura empresarial…
Es una pregunta complicada y toca muchas dimensiones. Si tuviera que resumirlo en una palabra sería “ambición”. Los americanos piensan que pueden comerse el mundo, que lo que hacen puede dominar el mercado global y que si se persigue se consigue. Y con mucha confianza, que es crítico para conseguir que las cosas salgan adelante. Y si algo falla, pues se intenta otra.
Lleváis 4 rondas de financiación con muy buenos resultados, ¿cuáles crees que son las claves, o las que para ti lo han sido, a la hora de convencer a los inversores de tu proyecto?
Bueno, cada startup y cada ronda es un mundo. No me hubiera imaginado que levantaría más de 20 millones de dólares. Como buen emprendedor optimista yo le contaba a mi mujer que con mis pequeños ahorros podría llevar a la empresa al punto de equilibrio. Al final yo creo todo parte de tener un cliente que tiene un problema y que tu tienes una solución por la que está dispuesto a pagar. A partir de ahí, montar un buen equipo, ver cómo adquirir clientes de manera eficiente y una montaña rusa de emociones en la que casi más tienes que disfrutar el camino que el destino.
En 2010, la tuya fue considerada la mejor Start Up del mundo, ¿qué supuso ese reconocimiento para la empresa?
En 2010 terminé el MBA y me centré a tiempo completo en la empresa. Estaba funcionando prácticamente con mis ahorros. Con ese premio conseguimos dar algo más de visibilidad al negocio y finalizar de sumar a unos últimos inversores a la primera ronda.
Recientemente has dejado de ser el CEO de la empresa, para dedicarte a temas más estratégicas, ¿qué planes de futuro o retos te planteas en la empresa?
He tenido la suerte de montar un equipo genial y que la empresa haya madurado lo suficiente para no tener que estar en el día a día. Es también una forma de dar algo de rienda suelta a otras ideas a las que llevaba dando vueltas. Una vez has creado algo desde cero y ha funcionado, ya no tienes esas barreras de creer que algo es imposible. Y yo me siento con responsabilidad de seguir creando un impacto positivo en el mundo que nos rodea – hemos tenido esta gran oportunidad que es la vida y tenemos que sacar lo máximo de ella.
¿Qué consejo darías a aquellos empresarios o profesionales que se plantean abordar el mercado americano?
Creo que es complicado dar consejos genéricos ya que en función del tipo de producto o servicios a veces se puede vender a la distancia y otras es crítico tener un equipo de desarrollo de negocio local. A veces se puede hacer por libre y otras se requieren socios locales.
¿Qué te aporta pertenecer a la Asociación de Antiguos Alumnos de la UPV? ¿Qué significa para ti?
A mí me encantaría ver una relación muy estrecha entre estudiantes en curso y antiguos alumnos (y sus empresas) y creo que la Asociación puede ser uno de los vehículos que lo facilite. Por ejemplo, algo tan sencillo como un directorio para que un estudiante pueda contactar a un profesional y pedir consejos. O que pueda conseguir un proyecto práctico como parte de sus cursos. Yo lo he hecho como estudiante en MIT y lo sigo haciendo como alumni. Creo que dar y recibir ayuda a fomentar la sensación de pertenencia a un colectivo, y de sentirse orgullosos de donde dedicamos buena parte de nuestra vida académica.