Rodrigo Buj es arquitecto por la UPV y tiene un pequeño despacho de arquitectos en Torrent. Además es uno de nuestros miembros más activos y forma parte de nuestra Junta Directiva. En esta entrevista hablamos con él sobre la importancia de la Responsabilidad Social Corporativa, de la cultura del asociacionismo y de la utilidad del networking y los contactos. Además a raíz de un interesante proyecto en el que se encuentra enfrascado reflexionamos sobre la labor que pueden jugar tanto los arquitectos como la sociedad civil en la redefinición de las ciudades y sus centros históricos.
Cuéntanos en qué consisten las jornadas Torrent’em-plaça…
Un grupo de arquitectos de Torrente hace tiempo que nos unimos y creamos una asociación llamada TAUT. Por otro lado, el ayuntamiento de Torrente lleva tiempo intentando poner en marcha un plan de rehabilitación para el centro histórico de la ciudad pero desde Consellería están poniendo muchas pegas y hay muchas trabas a nivel de normativa, etc. Así que el proyecto se encuentra paralizado. Desde el TAUT queríamos ayudar a desbloquear esta situación y organizamos una exposición, que actualmente se encuentra en el Antic Mercat de Torrent, en la que se cuenta un poco la historia del casco antiguo, la situación actual de algunas de sus calles y también algunas propuestas y análisis para cambiarlas. Como colofón a esta exposición, hemos organizado unas jornadas, que se celebrarán la semana que viene, y que son gratuitas para todo el que esté interesado. El objetivo es que se generen ideas y que se debata sobre qué es mejor para el centro histórico de la ciudad y que las conclusiones del encuentro puedan servir al ayuntamiento para avanzar. Cada día habrán distintas ponencias y luego una mesa de debate. Contaremos con historiadores, con el equipo redactor del proyecto del centro histórico de Torrent que actualmente se encuentra paralizado y con equipos de arquitectos que han liderado con proyectos similares en ciudades como Onda o Peñíscola. También trataremos de abordar otros problemas como la movilidad en los cascos antiguos o como ponerlos en valor.
En un contexto en el que se habla mucho de la ciudad del futuro, de las SMART Cities, etc. ¿cuál es la situación de los centros históricos de nuestras ciudades?
Los cascos antiguos de las ciudades no pueden convertirse en meros monumentos sino que tienen que ser habitables, ser dinámicos, albergar vida. Hoy en día existen muchas limitaciones para ello. Muchos vecinos sufren continuas trabas si quieren modernizar o rehabilitar sus viviendas. También hay muchos problemas de acceso. A nadie le gusta tener que aparcar su coche lejos de su vivienda. Por no hablar de los grandes centros comerciales que están sustituyendo al comercio de barrio. Este conjunto de cosas hace que los centros históricos estén perdiendo habitantes y que sus casas se devalúen. Esto degenera en alquileres o ventas a precios muy bajos lo que contribuye a perpetuar la situación puesto que la gente que suele acceder a vivir en este tipo de viviendas antiguas o barrios deprimidos no suele tener mucho poder adquisitivo y, por tanto, tampoco va a invertir en mejorar sus casas ni generar negocio.
Hay que tratar que estos barrios tengan todos los recursos necesarios, poner facilidades para que vuelvan a ser atractivos para la gente. A nivel personal creo que tendríamos que recuperar un poco ese espíritu de comunidad y volver a recuperar los usos de la calle que se hacían antes.
Luego, por supuesto, que la tecnología llegará y las ciudades serán cada vez más inteligentes, pero también tienen que ser más humanas.
¿Crees que suelen estar los ayuntamientos o las administraciones abiertas a las sugerencias de colectivos como el vuestro o a las de la misma ciudadanía?
En nuestro caso el ayuntamiento ha acogido el proyecto con cierta ilusión, aunque sí que es cierto que al principio fueron un poco escépticos.
Muchas veces sí que es cierto que muchos ayuntamientos no involucran a los ciudadanos en la toma de decisiones, simplemente las comunican cuando ya están tomadas y se anuncian los planes de acción que se van a desarrollar. Es algo en lo que creo que se debería trabajar.
El otro día, desde el despacho, participasteis en un debate sobre Responsabilidad Social Corporativa. ¿Cuál es vuestra visión, como pequeña empresa, de este concepto?
Muchas veces las pequeñas empresas, en cuanto a responsabilidad social corporativa, solemos actuar más por instinto que por una planificación o estrategia previa. Por ejemplo, nosotros por nuestros valores y forma de entender la vida, tratamos de que las personas que trabajan en el despacho tengan facilidades para conciliar su vida familiar y profesional.
Por otro lado, tratamos siempre de colaborar y estar abiertos a iniciativas como las jornadas que hablábamos antes. Los arquitectos del TAUT que las estamos organizando lo hacemos de forma altruista, no vamos a cobrar nada ni a conseguir ningún contrato. Es una forma de devolverle a la sociedad lo que nos ha dado. Nuestros conocimientos y nuestros contactos pueden ayudar a mejorar la calidad de vida de nuestros vecinos y ayudar al ayuntamiento a resolver un tema complejo.
¿Crees que la sociedad, los consumidores, valoran y premian a las empresas más responsables?
En la mesa de debate en la que participamos el otro día había representantes de la administración pública y se comentó que muchas veces las acciones de RSC son vistas como un lavado de cara, como una especie de justificación de cara a los contribuyentes. Y en muchos casos seguramente será así. Hay muchos pasos que dar en este sentido.
Por otro lado, empresas más grandes, que sí que tienen planes concretos por ejemplo la utilización de materiales o procesos más sostenibles para la elaboración de sus productos o servicios, ven como este esfuerzo les penaliza más que les beneficia. Estos esfuerzos por ser más ecológicos o más éticos les hacen también ser más caros y muchas veces el cliente final no está dispuesto a pagar ese sobrecoste. Aunque las cosas estén empezando a cambiar en este sentido, hay que realizar mucha labor de pedagogía en este sentido.
Además de en el TAUT, estás en la Junta Directiva de nuestra Asociación, ¿qué crees que aporta una entidad como la nuestra? ¿Cuál crees que es el valor del asociacionismo?
Para mí, AntiguosUPV es un recurso para el desarrollo personal. Es un foro en el que se cuentan cosas de las que no se habla en las universidades. Hay mucho Know How latente. También las formaciones que se realizan en ámbitos como la comunicación o que nos ayudan a desenvolvernos en el mundo empresarial son muy valiosas. Yo lo que más valoro es todo lo que aprendo. El contacto con profesionales de otras titulaciones, de otras edades, etc. es muy enriquecedor.
¿Es difícil compagina la labor en el despacho con todas estas actividades de networking y colaboración?
Salir de la oficina es importante. Tanto mi socio Javier como yo creemos que no podemos ir solos en esta aventura que es tener nuestro propio despacho. Somos una empresa pequeña y hay muchos recursos de los que no disponemos (contactos, conocimiento, etc.) y ser parte de asociaciones, grupos de trabajo, etc. es una forma de sortear estas carencias. Formar parte de un colectivo y recibir su ayuda implica que tu también adquieres un compromiso con esta gente que te está ayudando. Formas parte de una cadena en la que recibes pero en la que también tienes que dar. Tener buenos contactos y una buena red de networking hace que te sientas capaz de afrontar casi cualquier reto porque te sientes respaldado.
¿En qué tipo proyectos estáis trabajando ahora en el despacho? ¿Cómo ha cambiado el mundo de la construcción con la crisis?
Ahora mismo los que promueven son particulares que quieren hacer sus propias viviendas. Las grandes promociones se ven con cuentagotas. Y tengo que decir que los particulares cuidan mucho más los detalles y se preocupan más por las nuevas tecnologías y también por el ahorro energético y los costes.
La tendencia es ir hacia viviendas cada vez más sostenibles y respetuosas con el entorno. Por un lado porque la normativa obliga y, por otro, porque aunque al principio elementos como un mejor aislamiento térmico puedan suponer un sobrecoste a medio plazo quedan amortizados y comienzan a generar beneficios.