En el último Encuentro Innova&acción de este 2019 tratamos de dar respuesta a la pregunta de por qué las organizaciones necesitan construir sus propios ecosistemas si entienden la innovación como ventaja competitiva.
“¿Por qué un país como Israel crece si no tiene industria? ¿Por qué una empresa como Apple ahora produce relojes si su core es vender ordenadores? ¿Cómo sin tener ningún activo empresas como Uber han tenido tanto éxito?” Con estas y otras preguntas para la reflexión arrancaba Carlos Marquerie, el ponente invitado, el último encuentro Innova&acción en el que se analizó porqué es ahora más que nunca necesario que las organizaciones creen sus ecosistemas de innovación.
El cambio de paradigma
Arrancaba la sesión en los años 80, cuando el entorno empresarial “era estable”. Sin embargo, la forma en la que se hacían negocios no garantizaba ya el éxito ni siquiera de gigantes como Nokia, Kodak o Blockbuster. “¿Sabéis cuál fue su gran problema? Que, a pesar de ser parte de industrias relacionadas con la innovación y la tecnología, no supieron reaccionar ante la “oleada” que se les iba a imponer desde fuera”, contaba Carlos para ejemplarizar el resultado que podemos obtener si solo miramos y pensamos desde dentro.
En otras palabras: no vieron lo que “había fuera”, y se convirtieron en auténticos “sinking ships”. Por este motivo, líderes y profesionales deben entender, entre otras cuestiones que afectan a la transformación que vivimos, “el legado que Steve Jobs nos dejó: un nuevo paradigma empresarial en el que la tecnología tiene tal capacidad de modificar y de transformar industrias enteras”, explicaba Carlos. Y ahí reside la clave del ejemplo que utilizó a lo largo de la sesión: Israel. “Es un país que tiene la capacidad de cambiar la realidad a través de la innovación por varias razones, entre las que destaca su cultura, de cuestionarse todo y de cambiar la realidad innovando”.
Entonces, ¿de dónde llega la innovación? Partimos de la base que todos debemos ser conscientes de que el punto de partida innovación debe estar en la agenda estratégica al tratarse de una hard-skill, pero una vez incluidas en el ADN organizacional, la innovación “en algunos casos viene del “dolor”, de buscar una solución ante la desesperación”. En otros, viene de la inconsciencia, como ocurre con “la visualización del futuro y las ideas que se plasman en muchas películas que en su momento se calificaban de ciencia ficción y hoy son realidades”. Pero también pueden venir de la intuición, a la que “deberíamos prestar más atención y no darla por mala per sé”, y aquella que, por supuesto, nace del propio desarrollo tecnológico.
Los mundos downstream y upstream
Tal es la realidad transformadora actual que, en estos momentos, diferenciamos países, organizaciones, líderes, etc. que se mueven en lo que nuestro invitado define como el mundo del “downstream” -un ejemplo claro de ello son los clústeres empresariales tradicionales- y otros que funcionan en el mundo del “upstream” donde todo se cuestiona y se observa la realidad de forma diferente.
El mundo upstream juega con la expectativa del valor y su base teórica es que las ideas cambian en ciclos cortos -es en las rupturas cíclicas dónde se encuentran las oportunidades- por lo que el sistema demanda una alta capacidad para adaptarse a los cambios, encontrando por tanto la base de la innovación en la serendipia, pero también en la “pivotación”, clave para la innovación porque nos ofrece la flexibilidad que esta exige.
¿Y cómo encaja aquí la creación del ecosistema?
Se trata de un sistema que combina ambos mundos, el del downstream y el upstream, e incluye a todos los stakeholders que, como en cualquier relación “biótica” que se produce en la naturaleza, se ayudan unos a otros para avanzar. “Un claro ejemplo de construcción del ecosistema es la relación entre startups y corporaciones. Por su parte, las start-ups necesitan a las empresas para llegar al mercado y beneficiarse de lo que ya tienen. Por otro, las corporaciones necesitan de las start-ups por su agilidad y capacidad para el desarrollo de nuevas ideas. Ambas partes asumen riesgos, y se necesitan”.
El ecosistema innovador es por tanto la suma entre la investigación interna, o lo que se conoce como close innovation, y el desarrollo, open innovation, que se consigue gracias a la interacción con el mundo exterior. “En la creación del ecosistema es importante se trace nuestro poder de negociación con instituciones, empresas, inversores, grupos de investigación, startups, etc. que se relacionarán y conectarán dentro de nuestro ecosistema del tal modo que conjugamos ambos mundos”.
Para nuestro invitado, y con el respaldo de múltiples ejemplos, incluso teniendo el mejor talento, las organizaciones no lograrán hacerse con las ideas más rompedoras siempre, para lo cual necesitarán de esos colaboradores externos. “Si una organización decide seguir funcionando como un silo, o bien fracasará pronto o se quedará con un porcentaje de su cuota de mercado mínima”. Si por el contrario preferimos optar por ser facilitadores o impulsores, mejoraremos nuestro conocimiento y por tanto nuestras opciones para innovar.
Una pregunta clave que hay que hacerse aquí es: ¿somos capaces por nosotros mismos de hacer esto? ¿Debemos buscar relaciones con terceros con los que innovar y aumentar así nuestro grado de conocimiento?
Los miembros Innova&acción consolidaron el viernes la idea de que hoy más que nunca las empresas deben desarrollarse en el marco de un nuevo mindset en el que comprender que la innovación es ya un movimiento internacional de transformación, y que en la construcción de un ecosistema requiere del desarrollo de capacidades para explorar nuevas ideas, experimentar, aceptar y gestionar le fracaso y, por supuesto, trabajar con terceros.
Como siempre, puedes ver la entrevista completa que le realizamos a nuestro invitado en ATACAMA, el observatorio de innovación del Club, así como la presentación de la sesión. Aquí os dejamos con un resumen de esta entrevista.