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Todos nos hemos planteado en algún momento de nuestra vida cómo podemos aumentar nuestra productividad y cómo estirar al máximo las 24 horas que tiene el día. Gurús de la productividad hay para todos los gustos y seguro que has escuchado/leído cosas cómo que levantarte a las 6 de la mañana y hacer meditación o practicar deporte antes de ir a la oficina harán que seas más productivo. Otros te dirán que planifiques tus tareas para el día la noche anterior, que vayas dando un paseo al trabajo (y si puede ser cambiando la ruta de vez en cuando mejor), que bebas mucha agua y cuides tu alimentación, que mantengas tu espacio de trabajo lo más ordenado posible o que apagues el móvil para evitar distracciones.

Cronobiología

¿Realmente nos iría mejor a todos si adelantásemos la hora en la que suena nuestro despertador ¿Dedicar tiempo a meditar, planificar, hacer ejercicio, alimentarnos correctamente, etc. es factible si los días tienen “solo” 24 horas? Según la cronobiología, no. Esta ciencia viene a decirnos que cada uno de nosotros tenemos un cronotipo, es decir, unas determinadas horas en las que somos más productivos, cada uno las suyas. Y es que para aumentar nuestra productividad deberíamos saber cuáles son esas horas y organizar nuestras rutinas y nuestros horarios de trabajo en función de ello. Por ejemplo, en el libro The Power of When, el psicólogo especialista en trastornos del sueño Michael Breus, cataloga a las personas en Delfines, Osos, Leones o Lobos según sus patrones de sueño y vigilia y establece unas pautas para que cada una de estas tipologías de persona pueda aprovechar mejor sus días.

Si no sabes cuál es tu cronotipo puedes hacer este test para salir de dudas.

También hay otros autores, que clasifican a las personas entre Buhos, Alondras y Colibris.

Sea como como sea, todos los estudios parecen señalar, que cada uno de nosotros tenemos unas “horas mágicas” en las que nos encontramos más alerta y más enérgicos. También tenemos momentos del día en los que se nos darán mejor actividades más creativas o más físicas. La clave de nuestra productividad pasaría por tanto por sincronizar nuestro reloj interno con nuestra agenda.

Los ciclos circadianos y los ritmos ultradianos

Probablemente hayas oído hablar de los ciclos circadianos que son los encargados de regular nuestros patrones de sueño y de vigilia, nuestra temperatura corporal y nuestros niveles hormonales a lo largo del día. Los ciclos circadianos tienen una duración de 24 horas y son los que determinan qué tipo de animal somos según las clasificaciones vistas anteriormente.  Por otro lado, se encuentran los ritmos ultradianos que nos provocan picos y valles de actividad cada 90-120 minutos. Los ritmos ultradianos son los que hacen que de repente en mitad de una tarea en la que estábamos concentrados y avanzando nos entren ganas de revisar nuestras redes sociales o ir a ver qué tenemos en la nevera. Y son los que nos tienen que ayudar a determinar qué momentos del día son más apropiados para según qué tareas.

Es importante conocer nuestros propios ritmos y mapearlos para en lugar de trabajar contra ellos, trabajar en armonía con ellos.

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Un ejercicio útil que podemos hacer para familiarizarnos con nuestros ritmos ultradianos es durante una o dos semanas apuntar al final de cada hora cuál es nuestro nivel de energía, concentración y motivación.

También podemos probar a realizar la misma actividad a distintas horas del día y anotar en qué momento nos ha resultado más fácil realizarla o cuándo nos ha dado más pereza y también los resultados que hayamos obtenido (si hemos podido hacerlo mejor o peor).

Una vez conozcamos nuestros propios ritmos, debemos blindar, en la medida de lo posible, nuestras horas más productivas y destinarlas a aquellas actividades de nuestro día a día que requieran de mayores dosis de concentración y esfuerzo. Y en esas horas, por ejemplo, no programarnos ninguna reunión, ni responder emails ni llamadas. También descubriremos cuándo somos más receptivos o más creativos o más detallistas lo que podrá ayudarnos a planificar nuestra agenda.

Cambios en la cultura empresarial

Pero para poder aplicar la cronobiología en el entorno empresarial, sería indispensable que las empresas se conciencien y apliquen fórmulas de trabajo flexible. Queramos aceptarlo o no, todavía sigue existiendo la percepción de que aquellos trabajadores que llegan pronto a la oficina son los más eficientes y los mejores.

Sin embargo, la cronobiología, lo que viene a decirnos que cuando los horarios están en consonancia con los patrones del sueño naturales de los trabajadores, éstos rinden mejor, cometen menos errores y enferman menos. Además se ha visto que las personas más noctámbulas se comportan de forma menos ética por las mañanas y viceversa.

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En los adolescentes, por ejemplo, los ciclos circadianos suelen ser más tardíos que en la edad adulta. Y se ha demostrado que éstos obtienen mejores resultados en los exámenes si los tienen a las 11 o 12 del mediodía que si los tienen a las 9 de mañana. Sin embargo, las clases en los institutos suelen comenzar a las 8 de la mañana.

Por tanto, que todos los empleados de una oficina comiencen su día a las 8 o 9 de la mañana puede resultar contraproducente. Algunos rendirían mucho más si comenzasen su jornada más tarde o más temprano. Según la cronobiología, deshacerse de los prejuicios y fomentar la generalización de horarios flexibles en las empresas sería un gran paso para aumentar la productividad. Eso, y el autoconocimiento de los ritmos de cada uno.

Para que podáis seguir reflexionando sobre el tema, os dejo con un vídeo que creo que resume bastante bien los cronotipos y su importancia en nuestro día a día.

 

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