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Quienes lo hicimos, lo conocimos hace ya unos 9 años, y desde el primer momento, podemos decir que supo captar nuestra atención, cautivarnos… Hablamos de Mike, un joven con una memoria fotográfica envidiable. Sin embargo, lo verdaderamente envidiable de su historia es su habilidad para obtener beneficios personales y profesionales gracias a ella.

Vale, sí, es hora de confesar. No estamos hablando de una persona, si no de un personaje, el protagonista de la popular serie norteamericana “Suits, la clave del éxito”, Mike Ross, quien consiguió un puesto de trabajo en uno de los más prestigiosos despachos de abogados de Nueva York sin ser, ni si quiera, letrado titulado.

Efectivamente, en el mundo real, como en la ficción, esta maniobra no es más que una estafa, una práctica ilegal, pero en el mundo del desarrollo de talento, nos sirve de ejemplo para demostrar que las habilidades sirven solo si se sabe hacer un buen uso de ellas

Para ello, exploremos brevemente el argumento de la serie: Mike aspira a convertirse en abogado, pero por circunstancias personales, su sueño se trunca. Sin embargo, la vida le mantiene cerca del mundo del derecho. Gracias a su memoria eidética, a sus necesidades por sobrevivir y, como no, a su picardía, Mike ocupa su tiempo suplantando la identidad de todos aquellos que quieren entrar en Harvard, haciendo por ellos los exámenes de admisión a la escuela de derecho de esta prestigiosa universidad.

Cientos de miles de leyes, regulaciones, normativas, directivas en su cabeza que utiliza con gran destreza y productividad en las pruebas de acceso a la Universidad de Harvard. Sin querer hacer spoiler del capítulo piloto, casualidades de la ficción, Mike se encuentra de repente en una entrevista de trabajo para un puesto en ese tan brillante bufete de abogados. Por supuesto, gracias a su sencillez y rapidez rescatando múltiples cuestiones legales de cada rincón de su cerebro, la seguridad, y la forma en la que expone sus respuestas consigue impresionar al abogado que lo entrevista, y, como no, se hace con el puesto. Y nace así la “leyenda” del abogado que sin serlo es uno de los mejores de la ciudad, también porque supo rodearse y aprender de los mejores…

Una habilidad tenía, la memoria fotográfica, muy útil y apropiada para ejercer la abogacía, y con ella, consiguió convertirse, no sin trabas, en el profesional por el que luchaba. Pero Mike no es un caso aislado.

Cada uno de nosotros tiene una capacidad, una habilidad, un talento especial, pero no siempre sabemos que lo tenemos, o cómo explotarlo en nuestro propio beneficio.

Pero hay que descubrirlo porque esa será la propuesta de valor diferencial entre un profesional inquieto, y uno que se deja llevar por la inercia.

Para conseguirlo, una vez más, resulta de ayuda recurrir a técnicas del pensamiento crítico para identificar qué nos hace diferente a los demás y conocer cómo se puede explotar esa habilidad en nuestro propio beneficio. O quizás exista alguna soft skill fundamental para conseguir ese puesto de trabajo “ideal” y ha llegado el momento de trabajar para adquirirla, igual que nos esforzamos en aprender idiomas, herramientas informáticas… Una vez has escogido tu objetivo, dedica tiempo a aprender a desarrollarla.

La situación por la que está pasando el mundo entero no es más que la señal clara de que el autoconocimiento es fundamental si queremos explotar esa capacidad que sabemos contribuirá a alcanzar nuestras metas, como la memoria fotográfica ayudó a Mike. Solo tenemos que identificar la nuestra, y trabajar por fortalecerla, por hacerla notable; y eso se consigue con compromiso, dedicación, y constancia. Y es que no podemos olvidar que un profesional es la suma de sus conocimientos técnicos y habilidades blandas, estas últimas en auge desde hace ya unos años porque son las que realmente marcan la diferencia. En el lado contrario encontramos a esas personas con mucho talento e infinidad de habilidades pero que, al final, por el motivo que sea, ni brillan ni rinden tanto como se espera. Quizás esos potenciales alumnos de derecho que encargaban a Mike su prueba de acceso nos sirvan aquí también de ejemplo para demostrar que no hay que compararse con los demás, sino con el yo del presente y en el que me quiero convertir en el futuro que, por cierto, es hoy.

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