La atención es un concepto ampliamente estudiado desde diferentes disciplinas enfocadas en el estudio del ser humano. No vamos a entrar aquí en extensas definiciones o diferentes acercamientos pero, para los que quieran profundizar en el conocimiento sobre la atención desde una base científica pero asequible para los no académicos, recomendamos el artículo La atención: bases fundamentales.
En cualquier caso, comenzaremos comentando algunos aspectos que nos permitan centrar qué es la atención:
- La atención es un mecanismo que controla y regula nuestros procesos cognitivos, que a su vez puede ser controlado y que permite hacer consciente aquello que percibimos a través de nuestros sentidos, nuestros recuerdos…
- Hay consenso en que no se trata de un proceso único, sino de un conjunto de mecanismos o procesos que trabajan de forma coordinada.
- La atención constituye el “mecanismo de activación o alerta de los procesos cognitivos” y es una función neuropsicológica que exige esfuerzo, precede a la percepción, a la intención y a la acción y tiene un papel importante en la capacidad de memoria y aprendizaje.
- Atender o prestar atención nos permite enfocar los órganos de los sentidos sobre determinada información y focalizar selectivamente nuestra consciencia, filtrando y rechazando la información que no es deseada para la realización de una tarea.
- La atención, por tanto, es el mecanismo regulador que, además de regular la entrada de información, está también implicada en su procesamiento.
Un aspecto especialmente relevante es que se trata de un mecanismo limitado y la cantidad de información y estimulación constante que recibimos del exterior excede en mucho nuestra capacidad para atender y procesar toda esa información. La atención es, por tanto, un filtro que nos ayuda a adaptarnos al exigente entorno centrándonos en aquello que es más relevante. Esa relevancia vendrá marcada por multitud de factores: la naturaleza e intensidad del estímulo, nuestra experiencia previa y nuestra memoria, nuestros intereses y motivaciones…
Cuando la mantenemos fija en una tarea y de manera prolongada hablamos de concentración o atención sostenida. Este tipo de atención es esencial cuando abordamos tareas complejas y requiere de esfuerzo, activación e intencionalidad. Cada vez que nos desconcentran, nos interrumpen, necesitamos reactivarla de manera intencionada en aquello que era nuestro foco.
Las interrupciones que conocemos en el mundo de la gestión del tiempo como “ladrones del tiempo” lo son en dos sentidos. Por una parte, por la cantidad de tiempo que les dedicamos en sí y, por otra, porque suponen una desviación de nuestra atención, dejamos de estar concentrados en nuestra tarea principal, para fijarla en el ladrón y luego volver a reconcentrarnos en nuestra tarea. Este proceso va consumiendo nuestro tiempo y nuestra energía.
Yo mismo, en este momento, mientras escribo estas líneas cada vez que “sufro” una interrupción tengo que volver a centrarme: ¿Por dónde iba? ¿Qué estaba contando? ¿Cuál era la idea que quería introducir a continuación?
Cuando estas interrupciones vienen de terceros podemos seguir la siguiente máxima. claro está, siempre que no se trate de un superior jerárquico. Otro caso especial es el de los clientes, pero en general podemos seguir el siguiente esquema:
- Si es importante y urgente, llámame. Hay cosas que son vitales y no pueden esperar, debe hacerlas una persona en concreto y en un plazo determinado. Es fácil determinar la importancia de algo simplemente valorando las consecuencias que tendría para la empresa o el negocio que no se hiciera en el plazo estipulado.
- Si es solo urgente, resuélvelo tú. Delegar es una máxima que todos debemos aprender y merece la pena dedicar un tiempo a aprender a hacerlo de manera efectiva. Si todo tiene que pasar por ti y te cuesta delegar puedes seguir leyendo sobre tu síndrome de Atlas y como resolverlo aquí.
- Si es importante pero no urgente escríbeme y, si es necesario, agendamos una reunión (planificar) o lo que haga falta, pues es Importante.
Cuando las interrupciones vienen del ambiente o el entorno, la estrategia pasa por buscar un poco de aislamiento… Disponer de espacios en las empresas para facilitar la concentración en determinadas tareas puede ser muy interesante como elemento de productividad, pero muchas veces choca con síndromes como el FOMO (Fear Of Mising Out) y la cultura extendida de adicción colectiva a la conexión y comunicación constante y por el que los demás entienden que debes estar permanentemente conectado y accesible: ¿No has visto mis Whatsapp? ¿No te has enterado? ¿Pero si lo han colgado en el grupo?… son expresiones demasiado cotidianas.
¿Cuántas veces hemos probado a silenciar las notificaciones del correo, del móvil (también las luminosas)…? Dejar espacios de tiempo con un único canal de comunicación para lo urgente e importante puede ser muy beneficioso para mejorar nuestro enfoque en actividades complejas y demandantes de esa atención sostenida.
Una vez al año estaría bien, parafraseando un poema de Víctor Hugo, poner el móvil delante de nosotros y decirle: “esta herramienta me pertenece y me sirvo de ella para…”. Solo para que quede claro quién posee a quién.
Nos hemos centrado en la atención desde una perspectiva centrada en la persona, pero reflexionemos un momento sobre las implicaciones que tiene para disciplinas como el Marketing. Si no logramos captar la atención del cliente/comprador nuestro producto/servicio no pasará a su memoria y no generaremos la ansiada conducta de compra. La atención es la puerta de entrada al consumidor y, además, se trata de una puerta con unas dimensiones limitadas, es un recurso escaso en amplitud y en tiempo por el que hay que competir. No es de extrañar que podamos hablar entonces de la Economía de la Atención, que merecerá un tratamiento especial.