Araceli Canales Valdés es licenciada en Bellas Artes por la UPV. Desde que acabó sus estudios en 2005 ha compaginado distintos trabajos que le han permitido “ir tirando” y dedicarse a crear. Ha hecho performance, escaparatismo, teatro para niños, ilustraciones… En esta entrevista, que le realizamos como retratista de nuestro último Club de Desarrollo Personal y Liderazgo, nos cuenta sus proyectos actuales y sus retos de futuro.
¿Cuál era tu vocación cuando eras pequeña?
Destacaba en dibujo pero, la verdad, es que no lo tenía muy claro. A las tres de la mañana del día que tenía que elegir mis preferencias a la hora de elegir carrera, no sabía qué hacer, y marqué primero Bellas Artes y luego Filosofía. Aunque ahora sé que esto es lo mío.
¿Qué destacarías de tu etapa en la UPV?
De la universidad me gustó mucho la posibilidad de poder compartir con mis compañeros y de ir siguiendo día a día sus progresos y su actividad. Cuando acabas es mucho más difícil hacer ese seguimiento que es muy enriquecedor. Fuera el ritmo es totalmente distinto.
¿Cuál ha sido tu trayectoria profesional?
Acabé la Facultad en 2005 y los primeros cuatro años estuve dando tumbos. Trabajaba en las brigadas de incendios en verano para poder sustentarme mientras el resto del año hacía mis proyectos. También estuve en Bruselas porque una amiga mía estaba allí de escenógrafa y en su empresa hacían montajes temáticos para museos y me cogieron. Estuve 7 meses pero, era un trabajo, que no me motivaba, en el que no me sentía realizada, y decidí volver. Otra faceta que me gusta es la de la formación. He trabajado con niños en una granja escuela y es muy interesante. Ahora estoy en fase de redefinición, de encontrar realmente a qué me quiero dedicar.
¿En qué proyectos te has sentido más realizada?
Por ejemplo, después de hacer un posgrado en la UPV sobre ello, estuve haciendo escaparates. Es interesante. También disfruté mucho llevando la dirección artística de un corto. Es fantástico poder desarrollar a partir del guion las escenas, la composición, etc. Es un trabajo muy creativo y muy gratificante, pero es complicado porque requiere una inversión económica importante.
Durante un tiempo con otra compañera, con la que adoptamos el nombre artístico de Compaginarnos, nos dedicamos a analizar el flamenco a través de la performance. Ella es de Sevilla y yo soy valenciana, así que tratábamos de ofrecer dos visiones del flamenco: desde dentro y desde fuera. Estuvimos dos años yendo a festivales y recorriendo España. El objetivo era analizar la cultura popular andaluza. Ahora nos hemos separado, porque ella se ha ido fuera, pero no descartamos volver.
¿Qué proyectos tienes ahora en marcha?
Ahora mismo tengo una exposición abierta en El Laboratorio, un bar de aquí de Valencia. Se llama las Metamorfosis de Caperucita. Cuenta la historia de los descendientes de la historia de Caperucita y el Lobo. Son una chica que vive en el monte en una casa armario desmontable y que a cada luna llena que pasa se va transformando en lobo y de un hombre que tiene tatuada toda la historia de sus antepasados y que también se transforma en lobo con la luna. Pero no se trata de una exposición cerrada, esta semana haré una acción asociada y añadiré alguna escena más. Está en constante construcción.
También con una amiga que escribe, estoy haciendo una serie de historias que llamamos “Histories de coixí” (Historías de almohada). Yo hago las ilustraciones. Todos en la cama, hermanos, pareja, padres e hijos tenemos historias que compartir en la cama, antes de dormir… y son esas historias las que estamos recopilando. La idea sería unir unas cuantas y poder llegar a publicarlas.
¿Qué proyectos de futuro te planteas?
Al igual que en Compaginarnos trabajé sobre la cultura andaluza, ahora me gustaría centrarme en la cultura valenciana, de mi tierra: la música, las tradiciones, la gastronomía. Esta faceta de las performance me atrae mucho. Hace poco hice una para la inauguración de una exposición en Ontinyent, mi pueblo. También he hecho acciones similares en pueblos muy pequeños y la reacción de la gente es muy curiosa. No están acostumbrados a hacer algunas cosas. También me gusta mucho, por ejemplo, hacer teatro para niños.
Mi objetivo es poder vivir de esto.
¿Qué pensaste cuando te propusimos hacer un retrato para nuestro Club?
Es muy interesante. Yo lo veo como un intercambio. No conocía de nada al ponente, pero viendo sus fotos y sus vídeos para preparar el retrato, he ido conociéndole y aprendiendo cosas. Y a él también espero llegarle con mi obra. Es una forma muy interesante de relacionarse.
¿Qué consejo darías a aquellos que están empezando o que están estudiando ahora la carrera?
Que peleen mucho y que no se rindan. En un campo tan amplio como las Bellas Artes a veces es difícil saber por dónde tirar. Quizá sea más conveniente hacer algo relacionado como el diseño y que teóricamente tiene más salida, pero todo depende de la vocación de cada uno.