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A punto de despedir este 2020, ¿cómo ha cambiado tu vida en este año? Puede que esta haya sido una de las etapas más desafiantes a las que nos hemos enfrentado a lo largo de la historia. Pasar por una pandemia, con sus respectivas consecuencias sobre la salud de las personas y la sociedad, ha causado un tremendo impacto imposible de prever sobre la economía y el mercado laboral, pero también sobre los ánimos, las relaciones humanas y la motivación. Es por ello por lo que los valores han cobrado más importancia que nunca.

Los valores son una guía para nuestro comportamiento. Forman parte de nuestra identidad como personas, y nos orientan sobre cómo actuar en los distintos ámbitos de nuestras vidas.

Los valores comienzan a formarse desde una edad temprana, son personales y cada uno les damos un sentido propio; la puesta en práctica de los valores es una decisión personal. Cada uno de nosotros determina cómo actuar frente a las distintas situaciones de nuestra vida. Actuar con ética y empatía, mantener una actitud optimista y colaboradora, o tratar de ser mejor día a día son cuestiones clave para llegar a ser una empresa exitosa, un profesional íntegro y, sobre todo, una gran persona.

En este 2020, los valores han adquirido un papel protagonista, se han hecho más visibles y los hemos sentido más necesarios. Cada pequeña acción y cada gesto han tenido un significado más profundo en un momento en el que hemos necesitado aferrarnos a cualquier atisbo de positividad. En un entorno marcado por las restricciones, la máxima limitación del contacto social y una incertidumbre que ha puesto en jaque la estabilidad de las empresas y de los profesionales, actuar con valores marca la diferencia. Y, esto, también aplica a las organizaciones.

¿Qué valores definen la identidad de tu organización?

Hay tres factores que juegan un papel fundamental en el desarrollo de cualquier empresa: la misión, la visión y los valores corporativos. Si la misión define nuestra labor en el mercado y la visión las metas que pretendemos alcanzar, los valores corporativos son los comportamientos, las costumbres, actuaciones, pensamientos, y conceptos que una empresa asume como principios de conducta. Son los principios que marcan su cultura empresarial, determinan su “personalidad”, y marcan la forma de hacer las cosas dentro de la organización.

La gestión empresarial basada en valores es una manera de actuar bajo un prisma ético que demuestra que existe otra forma de dirigir, actuar y convivir dentro de las organizaciones.

Valores corporativos, reputación e identidad corporativa son tres elementos íntimamente entrelazados. La identidad es lo que hace única a una marca, es el cimiento sobre el que los valores corporativos levantarán toda la organización con unos elementos de diferenciación que la hagan única. Hoy cualquier producto se puede copiar, pero quién eres es lo que te diferencia del resto. Tu visión, tus valores y tu imagen son las claves de una buena imagen de marca. De hecho, los valores son el motor que pone en marcha toda la cultura corporativa y la identidad de cualquier compañía. Los principios corporativos son valores que llegan a formar parte del ADN de la compañía y que se reflejan en los comportamientos de todos sus colaboradores.

Sin embargo, no basta sólo con desear establecer ciertos principios, se precisa de compromiso y estrategia. Para ello, deben identificarse estos valores de la manera más simple, y luego diseñar un programa que nos permita ver cómo se reflejan estos valores en las actividades de la compañía.

El propósito de una empresa es fundamental para la satisfacción de los empleados. De hecho, una encuesta realizada hace algún tiempo a diversos miembros de LinkedIn refleja que en aquellos casos en que existe este propósito en la organización el 73% están satisfechos en su trabajo, frente al 64% en aquellas en que no se da. La misma mostraba que el 58% de las empresas con un propósito claramente articulado y entendido experimentaron un crecimiento de +10%, en comparación con solo el 42% de las empresas que no priorizan el propósito.

Determinar nuestros valores

La lista de valores que pueden adoptarse en función de cada personalidad empresarial es casi infinita: responsabilidad, ética, transparencia, honestidad, respeto, optimismo, perseverancia, solidaridad, superación, humildad… Una vez logremos identificar los que más nos caracterizan o queremos ser, serán los que nos distingan. Son los valores que definen quiénes somos como empresa, están implícitos de forma abstracta en nuestro producto y nuestra marca, a la que dan vida, son los latidos de su corazón.

Para muchas empresas definirlos y fijarlos puede llegar a ser un auténtico reto. Tal vez una de las claves radica en asumir que estos valores no han de ser inamovibles, a menudo las empresas han de ser flexibles para adaptarse a determinados cambios o contextos y ello a veces supone replantearse estos principios. Lo fundamental es mantener la coherencia y no romper las líneas éticas que se han fijado previamente.

Resultarán eficaces y factibles los valores que cumplan las siguientes características:

  • Definibles.
  • Significativos estratégicamente.
  • Escogidos participativamente y significativos para los trabajadores.
  • Percibidos como algo por lo que merece la pena comprometerse.
  • Coherentes.
  • Periódicamente cuestionados y reformulados.
  • Evaluados y medibles.
  • Bien comunicados.

El diseño y seguimiento de los valores en la empresa tiene una serie de implicaciones prácticas, comprobadas por numerosas investigaciones llevadas a cabo en esta materia.

  • Facilitan la consecución de objetivos. Al actuar como brújulas corporativas, los valores en la empresa ayudan a que las metas marcadas se conviertan en una realidad.
  • Potencian el compromiso laboral. Cuando la empresa actúa respetando unos valores compartidos, los profesionales desarrollan un mayor orgullo de pertenecer a dicha organización y se sienten más implicados y comprometidos con la compañía.
  • Atraen y retienen el talento. Del mismo modo, incorporar los valores en la empresa contribuye a mejorar el employer branding de la organización detonando la atracción y retención de profesionales.
  • Fidelizan a los stakeholders. Una empresa que respeta y ensalza sus valores logra una mayor fidelidad por parte de todos los grupos de interés, desde los propios empleados, hasta los proveedores o inversores, sin olvidar a los clientes.
  • Mejoran el rendimiento económico. La mayor eficacia mencionada a la hora de cumplir objetivos, unido al compromiso de los stakeholders, se traduce en consecuencia en aumento del rendimiento económico de las compañías.

Las organizaciones cada vez son más conscientes de la importancia de decidir y promover sus valores, y del impacto que esto genera en los ámbitos social e interno.

Los valores organizacionales no sólo influyen en situaciones de clima laboral sino que también son determinantes en ámbitos tan variados como la estrategia de competitividad, relaciones de trabajo, creación de servicios para nuestros clientes, procesos de innovación o decisiones de inversión.

Un desafío para las organizaciones es comprender que cuando nos referimos a valores, tiene mucha importancia cómo actuamos. Los valores en las organizaciones necesitan tener un sentido práctico para no convertirse en buenas intenciones que quedan solo publicadas, sino que contengan una clara utilidad práctica para todos los integrantes. Para esto, todos los miembros deben conocerlos, deben acordar comprender los comportamientos que implican y ponerlos en práctica.

En las organizaciones existe la tendencia a dar por sentado que todos sus integrantes conocen el significado de un valor, pero su definición no es suficiente para que todos los miembros respondan de la misma manera frente a situaciones con características particulares.

Trabajar” los valores en una organización

Trabajar” los valores en una organización significa conocer mejor su importancia individual y colectiva, su utilidad práctica, los retos que nos plantean, la manera de fomentarlos y la decisión firme de ponerlos en práctica nacida de entender cuáles son los beneficios personales y organizacionales.

Trabajar” los valores, por otro lado, requiere esfuerzo, por parte de todas las personas de la organización, no solo de los líderes de todos los niveles, que además tienen el reto añadido de inspirar al resto. Todo lo que se hace y lo que no se hace o se deja de hacer comunica valores organizacionales al equipo.

Para la cultura organizacional de una empresa, los valores son la base de las actitudes, motivaciones y expectativas de las personas que forman parte de ella. Son la columna vertebral de sus comportamientos. El reto es convertir las “listas de valores” en “listas de comportamientos específicos” relacionados con los valores.

La comunicación constante de los principios que determinan el ADN de la compañía es un pilar básico en la gestión por valores dentro de una organización. Resulta clave entender que no basta con declaraciones de intenciones ni tan solo con alinearlas y concretarlas con prácticas y conductas específicas. Para lograr los objetivos marcados es imprescindible que el alma y la esencia de las compañías se respiren en cada ambiente, en cada minuto. Que cada uno de los engranajes de la organización aspire a superar los retos con la misma actitud y que todos anhelen lograr las mismas metas.

Para una organización es un gran desafío “trabajar” seriamente sus valores, lo cual se suma a los retos diarios que presenta el mercado. Sin embargo, decidir invertir tiempo y recursos en esta tarea deriva en la creación de una organización fuerte y única, en la que las personas logran sus objetivos de manera más satisfactoria y se sienten más unidos y motivados para formar parte de ella, contribuyendo así a que ese corazón bombee con más fuerza.

Autor del artículo: Andrés Fernández Pallone

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