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No es obligatorio hacerlo y, como casi todo, es una cuestión de actitud y responsabilidad con uno mismo. Pero, si algo está claro en el siglo XXI, es que la salud importa. Sin ella, no podemos tener una vida personal y profesional sana.

Tampoco podrían funcionar las organizaciones que lo hacen, cada día, gracias las personas que trabajan en ellas. Por ello, también desde éstas, se le presta cada vez más atención a este tema porque, como indican múltiples estudios, “la promoción de una nutrición saludable y de la actividad física reduce el absentismo laboral y aumenta la productividad, y la creatividad”. Y, precisamente con esta frase, daba comienzo el Club de Desarrollo Personal y Liderazgo ‘Nutrición y bienestar para la creatividad’ que celebramos este mes con Rebeca Osuna, asesora nutricional.

“¿Qué es para vosotros la salud?”, preguntaba al arrancar la sesión. “Ausencia de enfermedad, bienestar, estar sanos…” fueron algunas de las respuestas de los asistentes. Según la OMS, el eje de la salud es el bienestar -y no la ausencia de enfermedad- el cual incluye factores sociales, físicos y mentales y, en todos ellos, entran en juego la alimentación y la vida activa.

Un estudio publicado en BMC Public Health va más allá, y lo asocia directamente con la actividad profesional: “Existen evidencias de la efectividad de políticas (intervenciones) en nutrición y actividad física en el trabajo, en la productividad y facilidad de trabajo”.

Y tras esta breve introducción, nos sumergimos en el mundo de la nutrición y exploramos algunas verdades y mentiras sobre los alimentos, sus formas y momentos de consumirlos…

Conexión intestino – cerebro

Una de las cuestiones clave que debemos tener en mente cuando queremos proponernos introducir hábitos de vida saludable es la relación directa e intensa que existe entre nuestro intestino y el cerebro.

En palabras de Rebeca, “ambos están conectados directamente por el SNA (sistema nervioso autónomo) y, por ello, cuando comemos, el intestino emite señales al cerebro. Si el alimento es saludable, “esa señales”, lo serán también”. Es decir, puede parecer que comiendo cosas que nos gustan, como puede ser dulce, obtengamos placer y sintamos su energía. Sin embargo, si el azúcar que le damos al cuerpo, y por tanto al cerebro, no es glucosa sana, lo que va a hacer el cuerpo es darnos un pico muy alto de insulina, que luego va a transformarse en cansancio. “Si por el contrario aportamos de forma constante glucosa saludable, como la que encontramos en la fruta, el cuerpo la absorbe lentamente y así conseguimos mantener la vitalidad y energía constante que sin duda favorece la productividad laboral”, explicaba.

Algo similar sucede con las diferentes tipos de grasas. Las hay saludables y trans, las cuales están presentes en los alimentos procesados. “Necesitamos ingerir grasas que contengan fibra, omega 3, omega 6. Estas propiedades y nutrientes los encontramos en los pescados, frutas y verduras, así como en frutos secos”.

Tener conciencia del tipo y cantidad de grasa que en el cómputo del día ingerimos nos ayudará a detectar el porqué de nuestro cansancio, de bajos ritmos de productividad, entre otras cuestiones que repercuten directamente en nuestro rendimiento profesional, apuntaba Rebeca.

El plato de Harvard

En cuanto a nutrición se refiere, los miembros de Blue red que participaron en la sesión conocieron una propuesta nutricional sencilla y completa creada por expertos en nutrición de la Escuela de Salud Pública de Harvard, de ahí su nombre: el plato de Harvard.

“Es la versión actualizada, y más didáctica, de la conocida pirámide nutricional tradicional, con el que podemos hacernos una idea de qué es una comida saludable y qué cantidad y tipo de alimentos debemos incluir en él”, nos explicaba Rebeca.

Siguiendo también las pautas de Harvard, se establecen 5 hábitos mínimos para tener una vida saludable: alimentación sana, peso corporal saludable, no fumar, poco alcohol, y la práctica de actividad física y ejercicio. Este último elemento, la actividad física y el ejercicio, fue la siguiente variable del bienestar físico y emocional que Rebeca trató en la sesión del CDPL.

Actividad física vs. Ejercicio

“¿Cuánto camináis o cuántos pasos realizáis cada día? ¿Con qué frecuencia? ¿Y ejercicios de fuerza -porque no se recomienda hacer solo “cardio”-?”, preguntaba a los asistentes. Responder con sinceridad a estas preguntas es importante porque ambas nos ofrecerán información sobre cómo de activa es nuestra vida, frente a los crecientes datos de sedentarismo y obesidad de la población.

La actividad física es todo aquello que hacemos a lo largo del día, “lo que nos mantiene vivos”, mientras que el ejercicio físico se define “como aquella actividad planificada que tiene un objetivo determinado (perder peso, ganar resistencia, tono muscular…)”. ¿Dónde fallamos más? Según datos aportados por nuestra invitada, en la actividad física.

¿Qué dicen las autoridades sobre el mínimo “exigible” para poder asegurarnos de que tenemos una vida activa? Según la OMS, para alcanzar ese bienestar, necesitamos hacer como mínimo 10.000 pasos diarios (o un equivalente aproximado caminando 20 minutos cada día), si bien su recomendación es doblar estos indicadores, y combinarlos con al menos dos días de ejercicio de fuerza a la semana. “Ahora ya no hay excusas… Existen soluciones económicas, incluso domésticas, para practicar ejercicio en casa. No olvidemos que, por nuestra naturaleza, no es natural que el ser humano pase tantas horas sentado a lo largo del día; debemos compensar”, evitando así lesiones y otra serie de problemas derivados de una falta de actividad diaria, lo que, a su vez, como ya comentábamos al principio, reduce el absentismo laboral y mejora la productividad.

Tras conocer creativas ideas para entrenar en casa, consejos de cómo mejorar la salud postural, los nutrientes que necesitamos para según qué momento y actividad que tengamos ese día, y unas no pocas dudas sobre consejos, recomendaciones, curiosidades, verdades y mentiras sobre la alimentación saludable llegábamos al final de este taller.

¿El mensaje en pocas palabras? Lo que comemos impacta directamente en nuestro cerebro. Cuidar nuestra alimentación es fundamental. Una nutrición sana y consciente, sumado a una vida activa y un poco de ejercicio, nos proporcionará una vida personal y profesional saludable y productiva. Por supuesto, “siempre hay que dejar huecos para algún que otro capricho”.

A continuación, os dejamos un extracto de la entrevista con Rebeca Osuna.

Si eres miembro de Blue red o Innova&acción, en este espacio de la Know-Box tienes a tu disposición la presentación y la entrevista completa.

Os esperamos el próximo martes 9 de marzo para conocer lecciones aprendidas del liderazgo equino de la mano de Marianne Gómez. ¡Os esperamos!

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