Como muchos padres de familia con niños pequeños, la noche de Halloween nos reunimos diferentes familias para disfrutar de una divertida cena en el clásico restaurante familiar. Mientras los niños se encargaban de poner a prueba la acústica del local, los padres manteníamos una conversación animada acerca de los temas de actualidad que preocupa a cualquier pareja de mediana edad, los clásicos. Hasta que llegamos al capítulo económico, el run run de desaceleración y cierta preocupación por ese ambiente de que algo va a pasar, sentimiento éste último que siempre está presente. Bien, nada fuera de lo normal, hasta que uno de ellos mencionó lo impresionado que estaba por la subida de la compañía Tesla en bolsa, lo mucho que le gustaba la compañía, sus productos y que definitivamente se sentía atraído por invertir un dinero en ella.
Efectivamente, la cotización de la compañía subió aproximadamente un 23% hace una semana, como resultado de los datos positivos del tercer trimestre (Resultados Q3’2019 Tesla). Me pareció una actitud muy reconocible, una empresa innovadora, con productos disruptivos, pensemos que Tesla no sólo fabrica y vende coches, parte de sus ingresos provienen de las funcionalidades de software de sus coches que pagan sus propietarios o las soluciones de generación y almacenamiento de energía solar, en fin ¿quién no va a querer subirse al carro de un nuevo modelo de negocio que además en una semana sube en bolsa un 23%? Bueno, pues este ejemplo me sirve para ilustrar algunos puntos que, aunque obvios, quizá deberíamos plantearnos antes de invertir nuestros muy valiosos ahorros en una compañía.
Qué deberíamos valorar antes de invertir nuestros ahorros en bolsa
En primer lugar, el mercado bursátil está formado por actores que ejecutan decisiones de compra y de venta, que cuando uno compra acciones es porque tiene unas expectativas alcistas sobre la compañía, mientras que enfrente tiene una contrapartida que piensa justo lo contrario, y por ello vende. Por ejemplo, nuestra contrapartida puede pensar que Tesla, que aunque lleva una tendencia de resultados alcista, todavía no ha cerrado un ejercicio completo con beneficios. Por otro lado, podemos pensar que ese incremento del 23% en su cotización ya está anticipando (descontando, en la jerga financiera) esa mejora de resultados a futuro, así como la situación de su balance, con un endeudamiento elevadísimo. Aun así, su valor en bolsa a cierre de semana, es de $56.400 millones, lo que supone 9 veces su patrimonio neto. Por ponerlo en contexto, Renault tiene, a la misma fecha, una capitalización de €13.600 millones de euros, es decir 0,35 veces su patrimonio neto.
Con estos datos no pretendo hacer una valoración de si la decisión de comprar acciones de Tesla en este momento hará ganar dinero o no a mi compañero de cena, fundamentalmente porque no lo sé, ni yo ni nadie. Aun así, sin tener en cuenta otros factores, como el plazo de inversión y la tolerancia al riesgo, que deberían caracterizar el perfil de nuestro compañero inversor, supongamos que se trata de una cantidad de dinero que no va a necesitar y que tampoco le importaría perder en el peor de los casos.
Bien, quedan pues pocos argumentos para rebatir su decisión, sin embargo, entramos aquí de lleno en el componente psicológico relacionado con la inversión. Y aquí es donde está el verdadero peligro. Pasado un período de tiempo no muy largo, el resultado de la decisión se reducirá a dos posibilidades, acierta o se equivoca, pierde o gana, en el primer caso nuestro compañero probablemente pensará que el mercado es un casino manipulado por los poderosos para su propio beneficio, perdiendo con ello la confianza en la mejor herramienta que tenemos hoy para proteger nuestros ahorros y, peor aún, en ausencia de ningún criterio técnico, la posibilidad de revisar en qué se ha equivocado y aprender. Si gana, lo más probable es que piense que su habilidad le ha llevado a ver una oportunidad clara, y lo más probable es que repita el mismo proceso, incluso aumentando el capital, hasta que invirtiendo de empresa en empresa, termine dando un tropiezo perdiendo gran parte del capital invertido. Sin irnos muy lejos, basta repasar las cotizaciones de algunos buques insignia de nuestro IBEX-35, atención, sin mediar crisis financiera global, como son Banco Santander (6,5€ mediados 2015 y 3,6€ octubre 2019 -45%) y Telefónica (13,5€ mediados 2015 y 6,9€ octubre 2019 -49%).
La percepción del riesgo y de la suerte en el mundo de la inversión
Como explica de forma brillante Morgan Housel en su documento Laws of investing, en los mercados financieros el riesgo y la suerte juegan papeles muy relevantes, sin embargo se les trata de forma muy diferente. El riesgo se interpreta como algo (malo) que te ha afectado a ti, mientras que la suerte se interpreta/interioriza no como lo que es, suerte, sino como la falsa creencia de que eres más listo que el mercado.
En definitiva, si no queremos que nuestra experiencia con los mercados financieros se convierta en una pesadilla de terror, debemos abordar el proceso de ahorro e inversión de dicho sagrado esfuerzo, acompañados (ver programa Finanzas Personales), con humildad, reconociendo que aunque nadie sabe a ciencia cierta qué va a pasar la semana que viene en los mercados, se nos ayude a definir nuestro perfil como inversor, explicarnos las opciones existentes de forma independiente, así como la necesidad de diversificar y las estrategias para errar lo menos posible. Esto último sí que podríamos decir que es invertir, mientras que lo que nuestro compañero plantea es especular.
Autor:
Ricardo Estellés
Licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la UV. Posteriormente ha cursado distintos estudios de posgrado relacionadas con la dirección de empresas y dirección financiera en escuelas de negocio como el IESE o el IE. Tras años de experiencia en la gestión económica de empresas, actualmente trabaja como analista financiero en Apollo GM – Avantcard, empresa de capital riesgo.