“Caminar y descubrir” fue el lema del Club de Desarrollo Personal y Liderazgo del mes de Julio. Y no podíamos haber escogido temática más apropiada. Justo hace un año que iniciamos esta aventura, que empezamos a andar este camino juntos y a descubrir y aprender muchas cosas sobre los demás y sobre nosotros mismos. A lo largo de estos meses hemos aprendido cómo trabajar en nuestro propio plan de desarrollo personal, la importancia de la inteligencia emocional, a mejorar nuestra marca personal, hemos conocido modelos económicos alternativos o que es aquello que convierte a los líderes en líderes.
Centrándonos en la charla de la pasada semana, me gustaría desde aquí agradecer a Antonio Pérez su participación en el Club y los consejos tan personales que nos dio. Con 17 años hizo por primera vez el Camino de Santiago y, desde entonces, repite siempre que puede. “Siempre se aprenden y se sienten cosas nuevas”, comentaba. Por otro lado, ha dedicado su vida profesional a la gestión de recursos humanos y curiosamente las vivencias del Camino le han ayudado en su labor diaria. Y este casamiento entre el Camino y la gestión de las relaciones personales en el ámbito de la empresa es lo que vino a contarnos.
Potenciemos a quienes tenemos cerca
“El Camino es en realidad una gran metáfora de la vida, de nuestro día a día. Lo más importante son las personas que nos encontramos y que nos acompañan, las que nos ayudan a alcanzar nuestras metas y nos aconsejan y apoyan en los momentos duros. Siempre, ya sea en el camino o en la empresa, debemos tratar de potenciar al máximo a las personas que tenemos cerca, ayudarlas a que alcancen su máximo nivel. Todos tenemos personas que nos han marcado e influenciado. Influyamos también nosotros en los demás. Es curioso como las personas que se dan a los demás son más felices. Un buen líder debe saber escuchar, para conocer qué necesitan sus colaboradores y poder ayudarles”, comentaba Antonio.
Tener un objetivo claro
Uno de los principales problemas de los “caminantes” son las ampollas que surgen tras días de ruta cargados con mochilas llenas de cosas que, muchas veces “no son necesarias”. Antonio nos comentaba cómo muchos principiantes meten en su mochila hasta dos toallas, botellas de gel llenas, etc. cuando con una “bayeta y un tarrito con el gel justo para los días que vayas a estar en ruta es suficiente”. La enseñanza que podemos extraer de todo esto es que cuando sabemos a qué nos enfrentamos, cuando tenemos nuestro objetivo claro y bien definido, en este caso “llegar a Santiago sin ampollas en los pies”, somos capaces de prescindir de cosas superfluas y que nos alejan del mismo, aunque en un primer momento pueda parecer que sean buenas. “Por ejemplo, cuando alguien se incorpora a una empresa se le dan un montón de cursos, se le abruma con información pero muchas veces nos olvidamos de darles consejos básicos como la importancia de la sonrisa cuando se trata con clientes o de saber escuchar y dejar que estos se desahoguen cuando vienen con una queja, aunque no tengan razón y podamos rebatirles con un montón de argumentos válidos”.
Encuentra tu barra de equilibrio
Cada uno de nosotros debemos encontrar nuestra barra de equilibrio igual que si fuésemos funambulistas. En el Camino la barra la forman las personas que te encuentras y en el mundo de la empresa podemos decir que son tus habilidades y competencias, unidas a tus compañeros y los distintos puntos de vista que pueden aportarte. “Es fundamental enriquecerse con las visiones de otros. Un parado y una persona que vive agobiada por la cantidad de horas que trabaja tienen dos visiones totalmente opuestas de la realidad y conocerlas puede ayudarnos a configurar nuestra propia visión y a encontrar nuestro camino”, argumenta Antonio.
Una reflexión
Víktor E. Frankl fue un psicólogo judío vienés que durante la ocupación nazi vivió en distintos campos de concentración. Cuando otros prisioneros desesperados acudían a él en busca de consuelo les preguntaba: “¿Y por qué no te suicidas?”. Ante esta pregunta, todos encontraban motivos por los que seguir luchando, bien porque tenían una esposa o hijos fuera, porque tenían un sueño que querían cumplir… Frankl encontró significado a su vida ayudando a los demás a encontrar un significado a las suyas. “Es importante tener objetivos en la vida, que tenga un significado. Esto nos va a ayudar en los momentos difíciles”. Y no olvidemos que ayudando a los demás también nos ayudamos a nosotros mismos.