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Siguiendo la serie sobre las reflexiones y conclusiones de la II edición del Foro de Economía Creativa que organizó Innova&acción el pasado mes de diciembre, hoy os traemos una nueva crónica, en este caso sobre la artesanía contemporánea, como vanguardia de la creatividad.

La artesanía contemporánea se configura hoy en día como un laboratorio colaborativo en el que se combina tanto la creatividad emocional de la mano como el potencial de los nuevos materiales y tecnologías. Gracias a ello, diseñadores, artesanos y emprendedores exploran nuevos imaginarios que guiarán la innovación de las industrias creativas. Para hablar de todo ello, tuvimos la suerte de contar con Juan Carlos Santos, especialista en análisis de tendencias y Laura Miguel Baumann, responsable de Fundesarte.

En nuestro país el sector artesanal cuenta con casi 40.000 empresas, que suponen 0,4% por ciento del PIB nacional, y que, no sólo aportan a la economía, sino que, además, generan valor añadido a nuestra cultura, nuestra tradición y nuestro saber hacer.

 

Según Laura Miguel Baumann, responsable de Fundesarte, a pesar de que es un sector que sufrió mucho con la crisis económica -perdiendo un 35% de sus empresas – ha conseguido mantener su valor y su competitividad, y esto se debe, en gran medida, a la innovación, a las nuevas tecnologías y a la cultura de la cooperación.

La riqueza de la artesanía, es aprender, colaborar y cooperar, algo fundamental en cualquier sector.

Durante la mesa redonda vimos como hay un nuevo concepto en Europa, y en el mundo, sobre la artesanía contemporánea que va mucho más allá del concepto de artesanía. En ese sentido, Juan Carlos Santos, que se ha dedicado investigar la semiótica de los objetos a través de la estética, afirma que éstos nos expresan ideas, valores y actitudes a través de los cuales construimos nuestra identidad social y que, en definitiva, media nuestras relaciones con los demás.

La identificación con un objeto nos hace ser valiosos para un grupo al que queremos pertenecer, ser valorados y aceptados.

Así que podemos afirmar que los objetos marcan nuestros valores y estilo de vida y, por ende, se traducen en nuestra identidad, es decir, en distintas maneras de ordenar nuestra percepción y concepción del mundo y, a partir de ahí, de relacionarnos con los demás. Además de estilo de vida, también expresan algo tan concreto como el estatus socioeconómico de un individuo.

De este modo los objetos tienen un papel fundamental porque expresan nuestro nivel de conformidad o inconformidad con los valores dominantes en la sociedad en un momento determinado, por eso surgen otro tipo de subculturas – o culturas satélites- que están intentando desarrollar, explorar y construir nuevas realidades, no necesariamente por confrontación.

Las ideas abstractas del mundo de la cultura se materializan en nuestro cuerpo social, en tanto en cuanto las convertimos en elementos materiales de construcción de identidad, algo que hacen las subculturas, tal y como ocurre en el proceso de la moda. La moda del lujo, por ejemplo, actúa como faro social, hace que los grupos que se encuentren por debajo de la pirámide intenten demandar esos productos para entrar en un proceso de vulgarización.

La moda es un proceso por el cual nuevas ideas se convierten en elementos de identidad y, después de un “contagio social” pasan a convertirse en signos de pertenencia de determinados grupos que, como posteriormente cada grupo la va copiando, nos introduce en una dinámica de transformación permanente.

Y esto no sólo transforma nuestra identidad individual, sino que también transforma nuestro imaginario colectivo, el lujo representa de alguna forma el imaginario dominante en la sociedad en un momento determinado. En los momentos de crisis, nos explica Juan Carlos, los satélites no se proyectan sobre el lujo, dado que están desencantados con un modelo de sociedad que no cumple con las expectativas. Y es ahí, en el mundo de las subculturas donde comienza a producirse las revoluciones actuales en el mundo de los imaginarios y comienzan a nacer nuevos valores que ya no pasan por el lujo.

Los denominados satélites o subculturas son el lugar donde nacen las tendencias iniciales, las innovaciones y los nuevos conceptos que luego van pasando de grupo a grupo y que, finalmente, el resto de la industria irá asumiendo.

Con respecto a la artesanía, los análisis muestran, sin embargo, como ésta se sitúa siempre en el centro de las nuevas tendencias. La artesanía contemporánea mira al pasado para entenderlo y reinterpretarlo y, de este modo, proyectarlo al futuro teniendo en cuenta la diversidad cultural.

El mundo de la artesanía y la industria están cada vez más interconectados, siendo necesaria la colaboración los unos con los otros. La artesanía no es, hoy en día, solo el producto hecho a mano, sino que va desde el producto único que es una investigación formal de imaginarios hasta las posteriores series industriales cortas y personalizadas.

Y para lograr esa conexión entre el arte y la industria es necesario desarrollar colaboración, cooperación y ecosistemas de creación conjunta porque hay que trabajar tendencias, hay que trabajar directamente con el consumidor, con tecnologías, con las manos, pero, además, es necesario la colaboración con distintos perfiles, desde diseñadores, a artesanos, filósofos o periodistas.

La artesanía está creando toda una reflexión sobre la identidad en ese diálogo entre innovación y tradición, entre el futuro y el pasado, buscando integrar el consumo y la tecnología de una manera diferente.

El trabajo manual tiene su potencial cuando funciona como proceso creativo, cuando en el proceso artístico una persona controla todo el producto guiándose por sus emociones y, sin duda, el hecho de juntar ese proceso artístico con la tecnología le da un valor mucho mayor porque nos permite trabajar con tecnologías experimentales.

Nadie duda que el futuro va a ser virtual. El impacto de la tecnología nos abre un nuevo mundo, a una realidad entre lo virtual y lo sensorial, por eso, tras esa pérdida de las emociones y las sensaciones, la artesanía viene a recuperarlas, se ha convertido en un puente con lo virtual.

Nuestros ponentes concluyeron la mesa redonda afirmando que estamos abriéndonos a un mundo de exploración virtual inmenso que ha de ser entendido desde un punto de vista de la innovación emocional. La innovación de valores nos ayuda a construir un nuevo colectivo imaginario que está íntimamente vinculado a la artesanía contemporánea, al diseño, al arte y la industria.