Hace años que los robots dejaron de formar parte de teorías futuristas. En la actualidad los robots forman parte de nuestro día a día, no del mismo modo presente en la vida de todas las personas. Intervienen en los ámbitos de la salud, de la industria, pero también en el doméstico.
¿Qué es un robot?
Hay muchos tipos de robots, muy diferentes entre sí, atendiendo a su finalidad, forma o diseño, por lo que fijar una definición no es tarea fácil. Algunos se desplazan sobre sus, en casos múltiples, piernas. Otros intervienen en cirugías, brindando ayuda a los cirujanos y otros se limitan a limpiar. Los hay pequeños, del tamaño de una moneda, y los hay tan grandes como coches. Hay robots que te hacen la cena y también los hay que viajan a Marte.
Dejando de lado sus características y particularidades, y para obtener una visión general, diremos que un robot es una máquina autónoma capaz de entender su entorno y ejecutar tareas específicas en torno a este con escasa participación humana e incluso de manera totalmente autónoma con precisión y rigurosidad.
La diferencia entre un robot y una máquina es que el primero cuenta con cierta autonomía, es decir, el operario simplemente ha de programarlo y darle la orden. En cambio, una máquina se limita a realizar tareas repetitivas y ha de estar supervisada constantemente.
No cabe duda de las ventajas de los robots en el ámbito sanitario que se concretan en exoesqueletos robóticos terapéuticos y partes del cuerpo replicadas como brazos y piernas protésicos robóticos. También en su uso doméstico, en forma de robots de cocina y limpieza, parecen ser opciones muy beneficiosas para sus usuarios.
Sin embargo, hay otros ámbitos, como el militar, en el que su uso, es más polémico al estar sujeto a consideraciones morales, así como en la industria, por entenderse como competencia de los actuales trabajadores que temen ser sustituidos por estas máquinas rápidas, precisas e inagotables.
Consecuencias de la integración de robots en el trabajo
El miedo a que los robots sustituyan a todos aquellos trabajadores cuyas tareas sean mecánicas y repetitivas está presente desde hace años. Ya hay algunos casos en producción o incluso para la conducción de transporte público donde ya no se precisa la presencia humana. Muchas veces el miedo viene dado por la falta de información.
Se trata de cambiar el enfoque, empezar a ver a los robots como compañeros y dejar de verlos como sustitos. Es evidente que llega un cambio, que las cosas van a dejar de ser como han sido durante años, pero eso es lo que desde los inicios de la historia venimos haciendo: evolucionar y adaptarnos. Alfons Cornella, físico teórico y gurú de la innovación, propone que no debemos luchar contra los robots, sino con ellos. «La lucha contra los robots no tiene sentido. Sin tu mente y tus manos, la grabadora no sirve. Pero al revés, tampoco», aclara.
El poder de la formación en la era robótica
Si bien la incorporación de los robots y la colaboración con los mismos va a requerir mayor conocimiento y una constante formación por nuestra parte. Las personas que se nieguen a adoptar este nuevo modelo podrían quedar excluidas del panorama profesional que se avecina.
Cuando nos referimos a formación constante lejos queda la formación a la que estamos habituados y que consiste en la acumulación de títulos. Hablamos de competencias transversales, de aprender a usar herramientas, de hacer proyectos, de construir, de entender y adaptarnos a los nuevos planteamientos. Ya no se trata de centrar la atención en un elemento en concreto, como pueda ser un software, sino en formarnos para entender y manejar los nuevos elementos con rapidez a sabiendas de que en poco tiempo puede ser sustituido.
Innovación y creatividad como factor diferenciador
Junto a la formación, la innovación y la creatividad parecen ser el consuelo al que nos aferramos. Sin embargo, hay argumentos que justifican que la creatividad puede basarse en datos, por lo que la automatización no solo afectaría los puestos manuales. En 2016, la filial japonesa de McCann Advertising «contrató» a un director creativo de inteligencia artificial, proponiendo un modelo basado en datos históricos.
La creatividad es un proceso imaginativo que parte de procesos mentales. William Plomer entiende la creatividad como el poder de conectar lo aparentemente inconexo y muchas veces en este proceso aludimos a la inspiración y la intuición, que son aspectos que caracterizan a los humanos y nos diferencian de los robots.
Ahora bien, la creatividad computacional es el estudio del desarrollo de software que presenta un comportamiento que sería considerado creativo en seres humanos. Desde hace algunos años, la creatividad computacional permite comprender cómo funciona la creatividad humana y reproducir programas para su uso. Por el momento, los humanos somos estrategas y las máquinas tácticas, por lo que la creatividad sigue siendo un factor diferencial.
La innovación es la aplicación de la creatividad como una solución que aporte valor. Atendiendo al objetivo de dar soluciones, como propone la definición, podemos entender que con un histórico de datos y gracias a la inteligencia artificial, sí se puede conseguir, tal y como planteaba la filial japonesa de McCann. ¿Pero es lo mismo dar soluciones que innovar? Pueden ser sinónimos, siempre que las soluciones sean transgresoras y novedosas. En cualquier caso, la innovación no se entiende sin la creatividad.
No debemos olvidarnos de que los robots se ciñen a un guion que nosotros mismos diseñamos, mientras que nosotros evolucionamos por nosotros mismos. Una actitud motivada y proactiva es lo que nos permitirá ir un paso por delante, así que no pierdas la oportunidad para estar a la vanguardia, ¡nosotros te guiamos!
Un futuro diferente
Nos empeñamos en que los robots no lleguen a sustituirnos y nos esforzamos por diferenciarnos de ellos porque tememos dejar de ser útiles en el mundo laboral. Estamos programados para trabajar, pero puede que el futura tenga guardado algo distinto para nosotros. ¿Y si gracias a los robots vamos a pasar a tener más tiempo de ocio (no pasivo)?